Comeback Kid: Wake up the Dead veinte años después


Lanzado el 22 de febrero de 2005, Wake the Dead no solo consolidó a Comeback Kid como uno de los nombres esenciales del hardcore melódico de los 2000, sino que además marcó una cima creativa en el cruce entre agresividad, melodía y espíritu combativo. Grabado en apenas 13 días en el legendario Blasting Room de Colorado, bajo la producción de Bill Stevenson (Descendents, Black Flag), el álbum capturó la energía cruda y urgente de una banda que tenía claro lo que quería decir… y cómo hacerlo sonar.

A veinte años de su lanzamiento, el disco no ha perdido ni un ápice de su potencia ni de su capacidad de inspirar movimiento, gritos y comunión entre quienes lo escuchan. Con su próxima gira aniversario, Wake the Dead vuelve al primer plano con toda la legitimidad de un clásico moderno, y Comeback Kid lo celebra interpretando su himno más célebre para una generación de fans que encontrará una descarga de autenticidad sin adornos. Y en Resistance Zine lo repasamos pieza por pieza.

El álbum abre con False Idols Fall, un grito de guerra que establece el tono: guitarras rápidas, una batería que va al frente y Scott Wade en plena forma vocal. Es una crítica al culto vacío y a las figuras falsas, donde la intensidad no sacrifica la claridad del mensaje. Un inicio demoledor que te sumerge de inmediato en el frensí de este clásico auténtico del hardcore melódico.

My Other Side llega como un golpe al mentón. Más breve, más urgente, la banda juega con estructuras más densas y sincopadas, dándole espacio a Andrew Neufeld –actual vocalista de la banda– para brillar en los coros. Habla de contradicciones internas y del esfuerzo por mantener la coherencia personal: una de las letras más introspectivas del disco.

La joya de la corona: Wake Up the Dead. No necesita mayor introducción, un verdadero himno de la movida. Desde los breakdowns precisos a la construcción ascendente del coro, todo funciona como una máquina bien aceitada. Fue parte del soundtrack de Burnout Revenge, pero su verdadera fuerza está en el escenario. No por nada Neufeld ha dicho que: “La canción es el momento más importante de cada show”.

Menos de dos minutos de puro descontrol melódico es la estructura de The Trouble I Love. Aquí la banda canaliza el espíritu más punk del hardcore, con una producción nítida que no pierde el filo. Trata sobre las contradicciones entre lo que nos destruye y lo que amamos: corta y efectiva.

Una declaración directa contra la hipocresía. La letra y la música de Talk is Cheap se complementan perfectamente en su agresividad. El estribillo es simple pero memorable: otro tema que vive mejor en el pogo.

Partners in Crime es uno de los cortes más melódicos y accesibles, pero sin abandonar el punch. Aquí se nota la influencia de bandas como Lifetime o incluso Gorilla Biscuits. El juego vocal entre Wade y Neufeld empieza a tomar protagonismo.

Con la participación de Russ Rankin (Good Riddance), Our Distance es un puente entre escenas y generaciones. La letra explora la distancia emocional y física con una madurez poco común en el hardcore de la época. Una pequeña gema en el centro del disco.

Uno de los temas más atmosféricos del álbum, sin perder agresividad, es lo que trae Bright Lights Keep Shining a la mesa. La idea de mantenerse firme en medio de las tentaciones y distracciones del mundo moderno resuena con fuerza. Los coros tienen una cualidad casi himnótica.

Falling Apart marca la vuelta a la crudeza. Es una canción más oscura, líricamente más desesperada. El ritmo es implacable y Scott Wade suena particularmente rasposo y emocional aquí. Un descenso controlado al caos.

Otra descarga directa. Breve, veloz y furiosa,  Losing Patience habla de la frustración acumulada y de la sensación de estar perdiendo el control. Uno de los temas más hardcore del álbum en sentido estricto.

Una despedida acorda, Final Goodbye cierra el disco con una mezcla de melancolía y catarsis. Es un broche potente y emotivo, donde se puede intuir, quizás sin saberlo en ese momento, el adiós de Scott Wade como vocalista. La composición sugiere cierre, pero sin resignación.

Wake the Dead ciertamente no inventó el hardcore melódico, pero sí ayudó a definir cómo debía sonar a mediados de los 2000: afilado pero accesible, con mensaje pero sin sermón, y, sobre todo, con una honestidad emocional que lo hacía creíble desde el primer segundo. Fue el último álbum con Scott Wade al micrófono, y aunque Andrew Neufeld tomaría las riendas con gran acierto en los discos posteriores, aquí hay una química irrepetible entre la voz, las letras y la instrumentación.

A 20 años de su lanzamiento, Wake the Dead no es solo nostalgia: es una obra que sigue siendo vital, coreada y celebrada por públicos de todo el mundo. La gira aniversario, que pasará por nuestro país, será mucho más que una serie de conciertos; será un ritual compartido entre generaciones, una oportunidad de revivir —o descubrir por primera vez— un disco que despierta a los muertos.

Te recordamos que Comeback Kid se presentará en Sala Metrónomo el próximo 18 de junio en el marco de su gira por el aniversario veinte de su clásico Wake up the Dead. Las entradas se encuentran a la venta a través de sistema Passline, para que no te quedes fuera de esta jornada de culto en el circuito hardcore.





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