Hay conciertos que se disfrutan. Otros se celebran. Pero hay algunos, los menos, que se graban a fuego en la memoria colectiva del público metalero. Este 10 de julio, en el corazón de bellavista, Category 7 llega a Sala Metrónomo con todo el peso de un debut que no es cualquier debut, sino una colisión frontal de historia, técnica y poder. Aquí van tres razones, más que suficientes, para no quedarte fuera de este pedazo de show.
1. El poder de un debut con músicos consagrados
No es común que una banda haga su debut discográfico con más de 100 años de experiencia combinada en el cuerpo. Pero Category 7 no es una banda común.
Con John Bush (ex Anthrax, Armored Saint) en la voz, Phil Demmel (Machine Head, Vio-Lence) en guitarra, Jason Bittner (Overkill, Shadows Fall) en batería, Jack Gibson (Exodus) en bajo y Mike Orlando (Adrenaline Mob) en guitarra, este grupo no nació para ensayar en una sala con olor a humedad, como partimos la gran mayoría, si no que nació para romper y reventar grandes escenarios.
Su álbum debut “Category 7” (2024) no solo es una descarga de thrash y heavy moderno; es un manifiesto de lo que pueden hacer músicos que ya conquistaron el mundo, pero aún quieren quemar cada escenario como si fuera el primero.
2. Ver a John Bush en Chile es un regalo que no se repite
Hablar de John Bush es hablar de una de las voces más respetadas y poderosas del metal norteamericano. Su historia con Chile es íntima: los fans aún recuerdan su paso con Anthrax, donde marcó una época más oscura y pesada, y también con Armored Saint, donde su entrega siempre fue total.
Pero esta vez es distinto, ya que Bush vuelve al frente de un proyecto nuevo, con una voz intacta, más rabia que nunca y un repertorio que mezcla ferocidad con groove melódico. Si alguna vez gritaste Only o Reign of Fire en cancha, sabes lo que significa tener a este tipo frente a ti. Y si no, ésta es tu oportunidad de entenderlo.
3. Sala Metrónomo: cuando el infierno cabe en una sala íntima
Ver a una banda como Category 7 en un lugar como Sala Metrónomo es una rareza que no debería pasarnos por alto, ya que estamos hablando de músicos que han tocado en festivales monstruosos, frente a miles de personas. Y ahora, tú vas a estar a metros de distancia, sintiendo cómo cada riff te golpea en el pecho sin filtro.
En tiempos donde muchos shows se diluyen en arenas o festivales impersonales, esta es una chance de oro para vivir el metal cara a cara, piel con piel, como debe ser. En este espacio reducido, la precisión quirúrgica de Bittner, los solos incendiarios de Demmel y Orlando, junto a la voz arrolladora de Bush prometen convertirse en una noche inolvidable.
El 10 de julio no es solo un concierto. Es una declaración de principios: el metal está vivo, tiene cicatrices, y viene directo del infierno al Metrónomo para recordártelo. ¿Vas a ser parte… o vas a contarlo desde afuera?
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