Por más de una década, Chile quedó fuera del radar de Miss May I. La agrupación de Troy, Ohio, parte esencial de la ola metalcore de los años 2010 —compartiendo protagonismo con nombres como The Devil Wears Prada, August Burns Red o We Came As Romans— había visitado el país en 2012, en pleno auge de su carrera. Desde entonces, su base de fans creció, maduró y esperó. Y el reencuentro finalmente llegó.
El pasado domingo, la Sala RBX se convirtió en el punto de encuentro para una generación de fans que encontró en el metalcore una forma de expresión emocional, catarsis juvenil y, por qué no, comunidad. Con una capacidad que alcanzó aproximadamente el 75%, el recinto se fue llenando de camisetas negras y una palpable expectación que se hacía sentir incluso antes de que las luces bajaran.
A las 21:00 en punto, con puntualidad impecable, las luces se apagaron y comenzó a sonar la introducción del álbum At Heart (2012), un guiño nostálgico a una de sus etapas más emblemáticas. En medio de una ovación ensordecedora, Levi Benton, Elisha Mullins, Jarod Boyd, y Ryan Neff tomaron el escenario con una fuerza arrolladora. El primer golpe fue Hey Mister, un clásico que desató un coro masivo y el inicio de un mosh pit que no se detendría en toda la noche.
Desde ese momento, la banda no bajó la intensidad. El setlist fue equilibrado y transversal, recorriendo distintas etapas de su discografía. De los discos más recientes se destacaron Bleed Together, Into Oblivion y Unconquered —este último acompañado de un gesto cargado de simbolismo cuando Benton alzó una bandera chilena entre el humo del escenario, arrancando aplausos y gritos emocionados—. Los clásicos de los primeros álbumes tampoco faltaron: Masses of a Dying Breed, Forgive and Forget, Architect y la poderosa A Dance With Aera Cura recordaron por qué Miss May I fue una de las bandas más representativas de la escena durante más de una década.
Musicalmente, la banda se mostró sólida. La batería de Boyd marcó el ritmo con precisión quirúrgica, y los breakdowns —marca registrada del género— fueron ejecutados con la contundencia necesaria para mantener en ebullición al público. Ryan Neff brilló especialmente con sus partes melódicas, contrastando perfectamente con la agresividad de Benton, cuya entrega escénica fue absoluta: corrió, arengó, gritó y no dejó un centímetro del escenario sin recorrer.
El público respondió con devoción. No solo coreó cada tema, sino que mantuvo un nivel de energía altísimo durante todo el concierto. El karate dance, tan propio de las audiencias metalcore, ocupó el centro del mosh, con círculos de pogo que estallaban con cada cambio de ritmo. La interacción fue constante: Benton agradeció varias veces el cariño del público, y se detuvo en un momento íntimo para hablar sobre lo difícil que fue atravesar la pandemia sin saber qué ocurriría con la banda. “No sabíamos si íbamos a volver a tocar juntos, pero el apoyo de ustedes lo hizo posible”, confesó con voz emocionada. Luego añadió que, hasta ahora, el público chileno había sido “el más entregado de toda la gira”, generando una nueva ovación.
Sin embargo, no todo fue perfecto. El sonido del recinto dejó bastante que desear. La mezcla no estuvo a la altura de la performance de la banda: las voces —en particular la gutural de Benton— se escucharon más bajas de lo ideal, y las guitarras, vitales para el dinamismo del género, estuvieron poco presentes en varios pasajes del show. Este problema técnico restó algo de justicia al nivel profesional del grupo, que merece una calidad de audio acorde a su potencia escénica. Aun así, el entusiasmo del público compensó con creces esta falencia, y logró mantener la atmósfera encendida hasta el final.
Tras poco menos de una hora, el show llegó a su fin dejando la sensación de haber asistido a un reencuentro, una reconciliación con el pasado, y una reafirmación del lazo entre banda y audiencia. Miss May I demostró estar más viva que nunca, con una madurez escénica que no ha hecho más que reforzar su lugar dentro del panteón del metalcore moderno.
Y si bien el tiempo entre visitas fue largo, la intensidad de este retorno deja claro que Chile seguirá siendo una parada obligatoria en las futuras giras de la banda.
Setlist
Hey Mister
Unconquered
Into Oblivion
A Dance With Aera Cura
Architect
Deathless
I.H.E.
Under Fire
Bleed Together
Masses of a Dying Breed
Relentless Chaos
Forgive and Forget
Shadows Inside
Reseña por René Canales
Fotos por Antonia Bisso
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