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#Especial: Black Sabbath: La Contracultura de Los Marginados


  No hay nada que no se haya dicho a estas alturas de Black Sabbath. De que fue la banda que, hace más de cuatro décadas, puso la primera piedra de lo que más tarde sería conocido como Heavy Metal -o Metal a secas-, no da a estas alturas para ningún tipo de discusión, incluso más allá de las opiniones rebuscadas provenientes de los escépticos de siempre. En solo unos días, Ozzy Osbourne, Tony Iommi y Geezer Butler -acompañados del baterista Tommy Cufletos- retornarán a nuestro país por última vez, en el marco de su gira de despedida "The End", culminando el periplo en su natal Birmingham, donde comenzó todo, allá a fines de los '60. Más allá de las preferencias personales, Black Sabbath marcó un antes y un después en la historia del Rock gracias a una propuesta que reflejaba lo peor de la naturaleza humana. Lo más sorprendente es que, más allá de la música, el impacto que generó el debut homónimo en 1970 aún sigue haciendo eco en las presentes generaciones. No se trata solo de 'música pesada', mucho menos podemos limitarnos a la figura de su cantante más emblemático, el siempre controversial e icónico Ozzy Osbourne, de quien uno esperaría que estuviera muerto de toda una vida de adicciones y correrías, dentro y fuera del escenario, que a otros los llevó a la tumba antes de tiempo o, simplemente, motivó el retiro temprano ante los peligros del estrellato y el doble filo adjunto. Sabbath fue mucho más allá: conformó la banda sonora de una era supuestamente protagonizada por los procesos revolucionarios que marcarían la historia reciente y la superioridad ideológica traducida en los acontecimientos políticos y sociales que remecerán el orbe


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    A fines de la década del '60, con la guerra de Vietnam minando las creencias de la juventud en su propia nación, el mundo vivía una serie de cambios socioculturales, predominando la contracultura gracias al crecimiento de los movimientos en favor de los derechos civiles en EE.UU., los cuales adquirirán tintes revolucionarios debido al conflicto bélico que afectaba al sudeste asiático, donde la polémica intervención militar del gobierno estadounidense provocaba heridas mortales por todas partes, tanto en el campo de batalla como en su propio interior. Así es como el movimiento hippie adquiere una fuerza incontrarrestable, gracias a una multitud de jóvenes alrededor del mundo que busca experimentar sensaciones que iban más allá de lo convencional, siempre en contacto  con la naturaleza y priorizando el espíritu por sobre lo material. La rebeldía juvenil y la naciente "revolución sexual" serían determinantes en una era marcada por los cambios sociales a los que el mundo se introducía de lleno. Los hippies, entonces, manifestaron su actitud contestataria retirándose de la sociedad 'burguesa' a la cual acusaban de indolencia y empezaron a reunirse en comunas, donde primaba la libertad ante todo. Sería en 1969 cuando el Festival de Woodstock marcaría el punto cúlmine de un movimiento que veía la Paz y el Amor como el único camino hacia el bienestar mundial y el poder de las flores se oponía al de las armas -o al menos, eso parecía-. Woodstock simbolizaba la expansión total del idealismo hippie, derivando en un mensaje de esperanza y vibra positiva para la humanidad.



Birmingham, Inglaterra, 1965. Una de las ciudades más populosas de Inglaterra, con poco más de 200 mil habitantes. Se trata de una ciudad industrial, donde la principal fuente de empleo es la metalurgia. La mayoría de los jóvenes que habitan los barrios más populares de la ciudad se gana la vida cortando planchas de metal en las industrias, la única opción para quienes deben escoger entre el trabajo duro y la vida delictiva. Sería aquel contexto en el cual encontraríamos al joven Frank Anthony Iommi, un adolescente talentoso dotado de una técnica exquisita como prometedor guitarrista de Jazz, género musical al que le profesa una devoción similar al Blues. Inmerso en los barrios bajos de Birmingham, y mientras sus vecinos adoptaban el peligroso e irreparable estilo de vida que los relacionaba con la delincuencia, el joven obrero se convertía en músico por vocación, siempre autodidacta. La hostilidad del espacio físico en el que se encuentra influye en su decisión de unirse a una de las tantas bandas locales con las que emigraría a Alemania para dedicarse a su carrera artística. Sin embargo, tan solo 17 años, Tony enfrenta una prueba que cambiará su vida para siempre: su último día de trabajo en la fábrica se verá empañado por un lamentable accidente con una máquina cortadora,  lo que le costará la pérdida de los dedos de su mano derecha. En ese momento, el sueño de hacer carrera artística se derrumbaba, pero la historia del legendario músico Django Reinhardt -guitarrista gitano nacido en Béligca, famoso entonces por desarrollar una técnica con la que se sobrepuso a su discapacidad física producto de un terrible accidente- anima al joven Tony a buscar una manera para poder tocar, resultando en la fabricación de unas prótesis con las que sus dedos podían sostener las cuerdas y ejecutar un acorde o una nota sin mayor problema, a lo que se sumaría la idea de bajar la afinación para restarle tensión a las cuerdas. Sería el génesis de un sonido que se materializará en 1970, uno que los distinguirá notoriamente respecto a sus colegas.



   Tony Iommi, durante su etapa escolar, no era para nada un santo. Su talento en la música esconde en gran parte su pasado como agresor, lo que hoy se conoce como 'bullying'. Una de sus 'víctimas' era un chico que a los 15 años abandonará la escuela para sobrevivir a sus anchas. No se trata de un capricho, sino una necesidad. Para el joven John Michael Osbourne, la vida es más dura de lo que uno suele creer: es el cuarto de seis hermanos y la precaria situación económica que los mantiene hacinados junto a sus padres lo obliga a trabajar desde temprana edad como lustrabotas. Pero la explosión del “fenómeno Beatle” cambiaría su vida en 180 grados, y el joven John Michael ve en la música una vía de escape respecto a su complicada situación cotidiana. A los 15 años, hastiado de los constantes abusos y las peleas conyugales que minan el ambiente familiar, el joven John abandona la escuela y decide sobrevivir recurriendo a empleos con poca paga, pero que le permiten mantenerse por sí mismo, aunque los problemas están  la vuelta de la esquina. A los 17 años, y habiendo elegido el camino de la vida delictiva, Osbourne es arrestado y encarcelado durante tres meses luego de ser sorprendido robando en alguna de las casas del vecindario. Sería en esa instancia cuando, mediante una aguja y un trozo de grafito, se tatúa en los nudillos las letras "O-Z-Z-Y". Una vez en libertad, abandona su vida delictiva y se vuelca de lleno en la música como cantante en algunas de las nacientes bandas de blues de su natal Birmingham, hasta entonces una prisión para quienes estaban hastiados del deprimente entorno gris que envuelve el lugar. Sería en 1968 cuando publica un aviso al que respondería raudamente Polka Tulk, banda integrada por Geezer Butler en el bajo, Bill Ward en batería y... Tony Iommi, quien se mostraba reticente en un comienzo al darse cuenta de que compartiría escenario con el mismo chico al que solía agredir en la escuela. De esta manera, se conformaba la primera alineación oficial de Polka Tulk, la cual cambiaría su nombre poco después a Earth, cuyo nombre los emparentaba erróneamente con una banda anterior del zurdo guitarrista, razón por la cual, no tardarían en cambiar el nombre al que los hará inmortales. En una de las tantas visitas al cine de la ciudad, y luego de ver la película "Black Sabbath" (1963), dirigida por el cineasta y fotógrafo italiano Mario Bava y protagonizada por el icónico actor inglés Boris Karloff, los cuatro jóvenes músicos se dieron cuenta de cómo la gente buscaba 'horrorizarse' y pagaban por ello. Así es como la banda descubre que el Rock no debía ser solo un medio de entretención, sino también una manera con la que podían asustar a la gente: reflejando el horror de la naturaleza humana. Black Sabbath ha nacido.



  A comienzos de 1970, y con la aparición del debut homónimo de Black Sabbath, cuya inquietante y tenebrosa portada no tarda en despertar la atracción de los jóvenes y la reticencia de los padres, y los sectores conservadores de la sociedad inglesa, el movimiento hippie comienza a resentirse. La 'buena onda' y el mensaje de esperanza pregonado por los cultores de la ideología defensora del 'Amor libre' (?) encontraba en el Rock su canal de expresión predilecto -Hendrix, The Beatles, Janis, Grateful Dead, Jefferson Airplane-, por lo que resulta chocante para ellos algo tan oscuro y sórdido como la progresión siniestra compuesta de tres notas con que el riff de Tony Iommi sorprendía desprevenidos a quienes vivían encerrados en su burbuja de "Paz y Amor para todo el mundo". Puede que el poder de las flores fuera superior al de las armas, pero aquella idea de que la Paz estaba al alcance de la mano no tardaba en derribarse gracias a aquella placa homónima con que la banda originaria de Birmingham le enrostraba al mundo de que las promesas de un mundo justo, colorido y lleno de amor eran totalmente ajenas a la cruda realidad: el horror cotidiano y la hipocresía de un movimiento que no tardó en convertirse en una moda resultaron inspiradores en el sonido rasposo, pesado y oscuro de Black Sabbath, cuya propuesta sobrepasaba ampliamente lo musical, aunque la prensa "especializada" no tardaría en demostrar su desagrado con extrema dureza. Era obvio: a aquellos músicos malcarados no le interesaba en lo más mínimo aparecer en las revistas de moda ni en los rankings de popularidad. Nada de eso iba con la naturaleza siniestra que Black Sabbath proyectaba a través de la música, lo que les valdría ser acusados de satanismo y corrupción de menores.


   El año 1970 no solo marcó el debut en grande de Black Sabbath. Al mismo tiempo que los de Birmingham crecían a nivel de popularidad gracias a su propuesta musical tan novedosa como controvertida, las grandes luminarias de los '60 se dirigían al ocaso. The Beatles, luego de publicar "Let It Be", anunciaban oficialmente su separación. Jimi Hendrix y Janis Joplin, los máximos referentes musicales de fines de la década anterior, perdían la vida producto de sus adicciones, por lo que toda una generación de jóvenes que los idolatraba terminaría envuelta en una atmósfera de desesperanza. Con la desaparición de los grandes referentes musicales y culturales de la contracultura de los '60, gran parte de los jóvenes en el mundo no solo veía desaparecer el sueño de una sociedad justa, sino también pasaban a integrarse, forzosamente, a aquello que tanto decían repeler. De esta manera, Black Sabbath sonorizaba de manera magistral el comienzo de una década que aún mostraba retazos del 'mundo de ensueño' con que el movimiento hippie se levantaba con fuerza desmedida, pero que en realidad terminó siendo una utopía más. De alguna manera, las películas de horror de Mario Bava cobraban forma real en un mundo aletargado por las mil maravillas con que Woodstock conquistaba a toda una generación de jóvenes que creían, hasta entonces, en que todo cambiaría para mejor. Black Sabbath se levantaba como el referente para los marginados, aquellos a quienes el ideal de 'Paz y Amor' y otras genialidades similares siempre les fue esquivo. Cuarenta años después, el legado de los Sabs se mantiene en pie gracias a quienes supimos, desde un comienzo, que nada de lo que creemos tener es nuestro. Tony Iommi, Ozzy Osbourne, Geezer Butler y Bill Ward tenían razón, de alguna manera. Al ser humano le fascina el horror y hasta paga por experimentar esa sensación. Black Sabbath sigue provocando esa misma sensación a través de los años y lo más probable es que, incluso ad portas del retiro -razones obvias-, aquellos seis primeros álbumes con los que se ganaron la devoción de una juventud verdaderamente rebelde y frustrada, se mantengan igual de frescos como cuando fueron publicados hace cuatro décadas. Contra toda creencia impuesta por los medios masivos, la banda encarnó la verdadera contracultura, aquella que representa a quienes asumimos nuestra condena diaria desde que llegamos al mundo. Tal como lo plasmaba “Children Of The Grave”, vivimos en un mundo hostil, donde estamos obligados a obedecer órdenes ciegamente y nos preguntamos a diario qué será de nuestro futuro, si acaso el mañana nos será promisorio u otro día de sentencia perpetua al sufrimiento. Black Sabbath representa, por lo mismo, la contracultura de los marginados, todos quienes decidimos ir en contra de lo políticamente correcto. Por lejos, la mejor y más pura definición de lo que significa el Rock, más allá de la música y los clichés. Por siempre SABBATH BLOODY SABBATH!






Escrito por: Claudio Miranda

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