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#LiveReview: Eterna Inocencia: Una máquina del tiempo en el corazón de Santiago



Es una tarde calurosa de febrero en la capital. Día sábado, uno de esos fines de semana en los que la ciudad toma un tono fantasmagórico, ya sea por la ausencia de personas, quienes abandonan la metrópolis en búsqueda de un receso, o por el cansancio acumulado en las calles dadas las extenuantes jornadas que no paran durante el resto de la semana.

En este contexto, el deseo ansioso de que aparezca un plan que quiebre la vaga monotonía del verano santiaguino es cada vez más intenso. Sensación que de un momento a otro se entremezcla con memorias de antaño, donde la rebeldía y la despreocupación de la juventud no se agotaba en la cotidianidad y aprovechaba esta temporada al límite. Tardes de skate, zapatillas rotas, punk rock y amistad, forman parte del vívido recuerdo de quienes a estas horas colman los alrededores de la Plaza Bulnes, frente al Teatro Coliseo, a la espera de lo que será el último show  de Eterna Inocencia en nuestras tierras por mucho tiempo. Y como estas instancias no vienen solas, la banda ha preparado algo muy especial: presentarán un set basado en sus primeros diez años de carrera.


Abrazos, risas y varias latas de cerveza, adornan las conversaciones ininterrumpidas entre grupos de personas que calientan la previa de lo que promete ser una auténtica máquina del tiempo. Algo que los asistentes sugieren desde sus propios recuerdos: volvemos a los años de gloria de las tocatas y las jornadas matiné; el Teatro ubicado en barrio Moneda se convierte en la extinta Discoteque Laberinto, y una vez más -parafraseando el clásico de SS Decontrol- la juventud tiene la palabra.


Pasadas las 20:30 la gente comienza a movilizarse a la entrada para tomar posición dentro del recinto, la cancha del teatro se llena rápidamente durante la última media hora de espera. La tranquilidad de la previa se convierte en impaciencia e inquietud; comienzan los vitoreos llamando a la banda y las pifias apurando el inicio del espectáculo. “¡Eteeerna!” se repite como una arenga multitudinaria que transforma al público en una hinchada. Se apagan las luces cerca de las 21:15, pero el show no arranca sino hasta 10 minutos más tarde donde los nativos de Quilmes salieron al escenario para encontrarse una vez más con su público trasandino. Bajo una tenue luz azul, Guillermo “Guille” Mármol se acerca al borde del escenario y con un “Buenas noches, Santiago”, el vocalista aprieta el acelerador de un nuevo show de Eterna Inocencia en nuestro país.


El viaje al pasado comienza. Bastaron los primeros acordes para que se desatara la locura de un público que vino preparado para darlo todo. Salto, mosh y coros masivos son los instrumentos en los que se apoyan los asistentes para acompañar a la banda, como si fueran un integrante más. Y esto Eterna lo sabe, el punk no es un trabajo, es un oficio basado en la cooperación, la fiesta se construye entre todos y todas: ellos descansan en sus fanáticos, y sus seguidores cumplen con la labor que les corresponde. 


Tras cinco temas de culto de los discos prematuros de la banda, la cita se prende con dos grandes éxitos: “Viejas Esperanzas” y “A Elsa y Juan”, ambas del clásico álbum Las Palabras y los Ríos. Con este par, el público entra en plena confianza y abren paso al crowd surf, subiendo cuatro niveles a la experiencia de un espectáculo que no bajó su intensidad en ningún momento. Absolutamente todo el teatro -incluyendo a quien les habla- se unió a los argentinos para interpretar la mejor versión de dos himnos absolutos de la banda. Momentos como este hubo en demasía, algo propio de una banda como Eterna Inocencia, donde los clásicos de siempre se entonaron como si fuera la primera vez


Entre la algarabía y ferocidad de temas como “A los que han apagado” y “Cuando Pasan las Madrugadas”, hay un espacio para la ternura de canciones como “Le pertenezco a tus ojos”. Amigos y parejas abrazadas, varios incluso cediendo a las lágrimas ante tamaño himno del punk latinoamericano, demuestran que entre tanta rabia y feligresía de un género como el hardcore, el amor no se pierde ni se destruye. Porque al final de eso se trata: de emocionarse hasta la última fibra de los huesos, y eso Eterna lo tiene muy claro. 


El show continúa y, tal como dice la canción, “Las Distancias No Son Nada”. El público, a pesar de las rejas y las barricadas, hace sentir a la banda que está junto a ellos en el escenario; ya sea desde la cancha con acción interrumpida o desde la platea aferrados a la baranda de manera tal que pareciera que la iban echar abajo. Guille lo nota, y se detiene para agradecer, desbordado por la felicidad de estar una vez más ante una de sus audiencias más fieles: “Cuanta gente con la que hemos compartido, cuantos lugares hemos visitado. Esto es un privilegio”, comenta “Estoy muy agradecido de poder escucharlos cantar […] de cerrar esta gira en Santiago”.



Y es que la fanaticada santiaguina tiene algo muy especial. 36 canciones y la energía sigue siendo la misma: los más aguerridos no abandonan el centro, el mosh sólo crece, y si es que alguien cede al cansancio siempre tiene un reemplazo esperando para involucrarse. El teatro explota con cada nota, porque hay un pacto por esta noche: la edad es sólo un número y el cuerpo está para darlo todo (aunque duela mañana), todos somos adolescentes otra vez. Los clásicos, los no tan clásicos, cada uno de los temas se vive como si fuera un debut.


Pasadas las 23:00 la banda comienza a despedirse a duras penas, dan a entender que podrían seguir toda la noche si es que fuera posible, pero el cancionero planificado se acaba. Con “Weichafe Catrileo”, tema que abarca una conexión directa con nuestro país, “Cassiopeia”, canción del repertorio más reciente de la banda, y el clásico absoluto “Nuestras Fronteras”, Eterna Inocencia cierra su paso por nuestro país entre aplausos, sudor y lágrimas. El público les agradece inmensamente y se retira satisfecho, aunque algo triste, porque a la salida del teatro se dan cuenta que el viaje en el tiempo ha terminado: estamos en una noche calurosa de febrero del 2024 otra vez. 


Setlist:

  1. Puente de Piedra
  2. I wish i could play with you
  3. End of Education
  4. La Risa de los Necios
  5. Germinal
  6. Viejas Esperanzas
  7. A Elsa y Juan
  8. Encuentro mi descanso aquí, 
  9. Cañaveral
  10. A los que han apagado
  11. Cuando pasan las madrugadas
  12. Le pertenezco a tus ojos
  13. Ciegos los que no quieren ver
  14. Inconmovibles, ya hemos construido el muro
  15. Sufferland
  16. The Treath
  17. Paren esta guerra
  18. Lo sabía
  19. Abrazo
  20. Martires de Trelew
  21. Las distancias no son nada a veces 
  22. Skateboarding for life
  23. Forgotten Cause
  24. Skateboarding this days
  25. Río Luján
  26. Let’s Start the Sunrise Together
  27. Sin quererlo
  28. Out of order
  29. Inocencia
  30. Superalikal
  31. América
  32. My family
  33. Trizas de vos
  34. Weichafe Catrileo
  35. Cassiopeia
  36. Nuestras fronteras


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