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Iron Maiden en Chile, a 20 años de la pista atlética del Estadio Nacional

 

Ya a finales del año 2000 las calles estaban empapeladas en afiches de la segunda venida de la Bestia. Esta vez no solo sería en un recinto de más capacidad, sino que con tres alicientes: Halford, la banda del ex Judas Priest estaría abriendo, volvería a su labor en guitarras Adrián Smith, formando un triunvirato no visto antes en la doncella y por supuesto, la guinda de la torta venía de la mano del frontman icónico, el mismísimo Bruce Dickinson que debuta bajo el manto de Iron Maiden en tierras nacionales.

 

No es necesario repasar la  frustrada visita saboteada por Medina y sus secuaces de la Iglesia católica en 1992. En el año 1996 el debut de la bestia, con Blaze Bailey en las voces, dejó varios sentimientos encontrados, y el recital será más recordado por los escupitajos y botellazos que otra cosa. 

 

Otra visita frustrada fue en el 1998, cuando el ex dictador Pinochet estaba recién detenido en Londres y por recomendación del gobierno, los ingleses debieron suspender su visita, todo esto porque grupos de derecha alimentaban un sentimiento anti inglés y  amenazaban a todo lo que viniera de la Isla.

 

Finalmente, el año 2000, se lanza Brave New World que en su gira incluía a Chile como penúltima parada antes del concierto del Rock in Rio. 

 

Llegamos a enero del 2001, un día caluroso en la polvorienta pista atlética del Estadio Nacional. Entre el público se escuchan los gritos llamando a la Bestia. Otros repasan setlist conseguidos en internet. Más allá, más de algún metalero asegura que solo estará en la previa de Halford porque "Nunca me gustó Maiden".

 

Después de una hora de Halford repasando temas propios y varios de Judas Priest (que calentó al público más cercano al escenario) comienza la ansiosa espera para muchos de los presentes.



 

A las 22 horas, quizás unos minutos más tarde, comienzan a sonar la clásica “Doctor, Doctor” de UFO lo cual entusiasma a varios. Luego se apagan las luces y al son de una pieza de Carmina Burana, la banda empieza a salir al escenario. Falla técnica en el riff inicial y  se vuelve a repetir la intro después que un contrariado Dickinson se excusara. Cortina nuevamente y todo se viene abajo con los primeros riffs de "The Wicker Man", aquí los problemas del micrófono siguen pero ya la Bestia está desatada en el escenario.. Pegaditas suenan “Ghost Of The Navigator” y “Brave New World” , temas del disco que los trae de gira. Luego le siguen "Wrathchild" y "2 Minutes To Midnight" la cual se tuvo que repetir por otra falla,  esta vez en una de las guitarras.

 

"Blood Brothers" es presentada como el tema dedicado a los chilenos por su entrega y por nunca dejar de creer en Iron Maiden, además de darle una repasada a quienes “trataron de impedir que vinieran a Chile”. "The Sign Of The Cross" nos sorprende porque no sabíamos si se iban a interpretar temas de la época de Bailey pero es bastante bien recibida por el público. "The Mercenary" llega para desatar una polvareda gigante sobre el publico (una constante que solo bajaba en los temas “más suaves”) Con el escenario a luces bajas vemos como cae el telón de "The Trooper" y el tema del año 1983 desata nuevamente la locura en los asistentes. "Dream Of Mirrors" seria la ultima  pieza del disco en gira y desde ahí los platos fuertes comenzando con una poderosa versión de "The Clansman", que a pesar de los diferentes tonos entre los vocalistas, Dickinson le entrega una energía a la historia del escocés y el coro resonó en cada rincón. Hubiera sido perfecta si no fuera por un idiota que estuvo molestando con un láser a Dickinson. Ya a esta altura la noche era más que memorable.

 

"The Evil That Men Do" es coreada con el sufrimiento necesario y fue la pausa necesaria para que pudiéramos disfrutar "Fear Of The Dark" con las pilas recargadas, otro de los puntos altos de la noche. Para el cierre "Iron Maiden" y ya muchos dieron por cerrada la noche después que fuera coreada a todo pulmón.

 

Otra pausa, esta vez más larga y baja otro lienzo y los versos iniciales de "The Number of The Beast" comienzan a ser recitados cual misa y el coro un grito donde se demostró que el público de Maiden no está para cosas chicas. "Hallowed Be Thy Name" es otro mazazo con sendos duelos de guitarras que el trío soltaba a cada rato haciendo performances cada vez más legendarias. Ahora si, muchos pensamos que se acababa todo pero otra vez los ingleses sorprenden y lanzan "Sanctuary" con más duelos de guitarras donde se ve que ellos también lo están pasando muy bien.

 

Una tremenda ovación para el sexteto y cuando ya muchos comienzan a buscarse para salir, Bruce Dickinson bromea que tocarían una última canción, que es la primera vez que la tocan en la gira y que incluso “no la hemos tocado en Inglaterra y nosotros vivimos ahí” luego de esa frase comienza a sonar los tambores de "Run To The Hills" y la pista atlética se vuelve a llenar de polvo y un coro de más de 20 mil personas ayudan a cerrar una noche memorable.

 

Después de eso, los amigos se abrazan, se consigue agua por donde sea y la fuerza pública corretea a los “chascones” a punta de fustas y caballos pero para el público de Iron Maiden la noche fue perfecta.

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