Recomendados

#Especial "Lemmy: largo camino hacia la independencia"


"Lo amamos porque inspiró en nosotros el deseo de ser tan independientes y dedicados con nuestro trabajo como lo fue él", afirmó hace algunos años Steve Vai sobre el extinto líder de Motörhead, el eterno Lemmy Kilmister, el hombre que encarnó hasta su lecho de muerte, hace exactamente 1 año, todo lo que debía ser el Rock 'n' Roll, incluso más allá de la música. El virtuoso guitarrista, discípulo aventajado de la escuela de Frank Zappa y dueño de una variada y exitosa carrera solista que sobrepasa las tres décadas -sin contar su participación en proyectos como la banda de David Lee Roth en su etapa post-Van Halen y los renovados Whitesnake de fines de los '80- participó en dos tracks correspondientes al álbum Inferno (2004) -"Terminal Show" y "Down On Me"- y lo que para muchos fue una colaboración, en realidad fue la culminación de una amistad en la que, más allá de las diferencias estilísticas, el amor por el Rock y el sentido real de independencia fueron capaces de unir a dos íconos cuya trascendencia queda fuera de toda discusión.


 Por supuesto, las palabras del excelso guitarrista ítaloamericano deben ser, por lejos, las que mejor definen la esencia del hombre del inconfundible mostacho y de voz mojada en aguardiente barato, así como el por qué Motörhead jamás transó la crudeza de su sonido ni por todo el dinero del mundo. Más allá de la juerga, el sexo y el caos que simbolizaba el sonido descaradamente saturado hasta el máximo con que la legendaria banda amplificaba la simpleza de su propuesta hasta niveles prácticamente molestos para las mentes conservadoras, el único propósito real que tuvo Lemmy desde temprana edad fue la independencia. De todas las características que hicieron del Rock 'n' Roll un fenómeno con tintes revolucionarios desde sus inicios, fue el poder valerse por sí mismo sin tener que rendirle cuentas a nadie, ni mucho menos regirse bajo lo que dicte la moda. Lemmy, a la cabeza de Motörhead, representó en carne y hueso aquellos valores por los que se ganó el respeto y devoción de todo un planeta, incluso por parte de quienes se mantienen ajenos al asunto del Rock en su vertiente más pesada. Claro que antes de liderar su propia empresa, Lemmy no la tendría fácil en sus inicios, antes de la gloria hubo que enfrentar la adversidad.


Nacido un 24 de diciembre de 1945 en la localidad de Stoke-on-Trent, Ian Fraser Kilmister fue el fruto de una relación en la que su padre se ausentó cuando aún no cumplía los 5 meses. En la escuela, cuando el Rock n' Roll sembraba sus primeras semillas con Bill Halley y estallaba con la aparición de Elvis Presley, el pequeño Lemmy -apodo originado por su manera de pedir dinero "lend me a five"- se dio cuenta de que los chicos con guitarra en mano se rodeaban de chicas, lo que acentuó su interés ya presente en el entonces naciente género, las mujeres y las apuestas de caballos. Pero no será hasta los 16 años cuando su vocación por la música empezará a correr por la sangre cuando asiste al mítico Cavern Club de Liverpool, donde un cuarteto integrado por cuatro jóvenes nacidos en esa ciudad levantaban sus primeros pinos antes del salto a la fama unos años después. Un adolescente Lemmy, sin saberlo, se convertía en testigo del origen de una banda que no tardará en volverse un fenómeno global y cultural: The Beatles.

  A mediados de los '60, nadie permanecía indiferente a la Invasión Británica encabezada por The Beatles, y a la que se sumarían otras jóvenes y prometedoras agrupaciones como The Rolling Stones, The Who, The Kinks, Them y un larguísimo etc. Lemmy, cerca de cumplir los 20 años y con algo de experiencia acumulada, se une como guitarrista a The Rockin' Vickers, una agrupación de las más prometedoras de la escena local y con quien registra singles moderadamente exitosos. Una vez que alcanza la consolidación en Blackpool, la ciudad de origen de la banda, la joven banda inicia una gira a lo largo del territorio nacional y luego, a lo largo de Europa, llegando incluso a tocar en países socialistas como Yugoslavia, algo hecho por pocas agrupaciones en esos años. Pero la aventura duraría poco para Lemmy: luego de la gira, The Rockin' Vickers vuelve al mismo circuito de locales de los inicios y el estancamiento se hace evidente. La frustración -entendible en todo sentido- puede más y Lemmy renuncia.


  En 1967, Lemmy se muda a Londres, donde compartiría habitación con el músico Noel Redding y Neville Chesters, este último manager de The Jimi Hendrix Experience, banda liderada por la revelación de la guitarra en aquella época y donde Redding ejercía como bajista. Chesters recomienda a Lemmy integrarse a la banda como roadie, a lo que el aludido acepta de inmediato y de buena gana. Así lo recordaría más tarde el hombre del mostacho: "Cuando tocaba era mágico, el tiempo se detenía. Teníamos que arreglarle los monitores todos los días porque saltaba encima de ellos constantemente... Jimi era un sujeto excepcionalmente simpático. Tenía unos modales sorprendentes, de otros tiempos. Con él aprendí a ser un maniático sexual y, al mismo tiempo, un caballero". Por supuesto, las drogas eran cosa de todos los días. Lemmy era el encargado de abastecer con sustancias a Hendrix, quien lo recompensaba con pastillas de ácido. "Un trato justo", en palabras del mencionado roadie, quien también desempeñaría un trabajo similar en The Nice, donde establecería una duradera amistad con Keith Emerson, el "Hendrix de los teclados". Prueba de aquello sería el cuchillo de las SS que Lemmy le regalaría al mencionado músico, quien más tarde lo utilizaría como "instrumento" para complementar las acrobacias y torturas a las que sometía su teclado Hammond cada noche.


  Luego de su experiencia laboral como roadie y una serie de intentos fallidos por hacerse un nombre como músico con proyectos que fracasarían estrepitosamente, a fines de 1971 llega la gran oportunidad: Lemmy se integra a las filas de Hawkwind, esta vez como bajista, instrumento en el cual no tenía experiencia alguna. Sin embargo, el recién llegado no se amilana y desarrolla una técnica poco ortodoxa pero que se transformará en su distintivo sonoro: en vez de punteos, él tocaría acordes, como una 'guitarra profunda' en cuanto a su sonido, complementado por la distorsión al máximo que escupían sus amplificadores Marshall. Al mismo tiempo, sus dotes vocales no tardarían en hacerse presentes a través de canciones como "Silver Machine", editado solamente como single y que pasaría a la historia como la canción más conocida de los cultores del Space Rock de principios de los '70.
  Con Lemmy Kilmister a bordo, Hawkwind edita Doremi Fasol Latido (1972), Hall of the Mountain Grill (1974) y Warrior on the Edge of Time (1975), trabajos que reflejan la contundencia de una fórmula que combinaba la psicodelia en su faceta más lisérgica con la imaginación inspirada en la obra literaria de Michael Moorcock (referente dentro de la Ciencia Ficción y también colaborador de Hawkwind en las letras durante comienzos de los '70). Sin embargo, pese al éxito cada vez más creciente, los ánimos al interior de la banda se vuelven cada vez más tensos. El consumo diario de LSD, -"un sacramento", en palabras de Nik Turner, saxofonista de la excéntrica banda londinense- se sale de control para Lemmy, cuyas cotidianas borracheras y frecuentes orgías constituyen un serio obstáculo para una banda cuyo estilo de vida está más orientada al hippismo trasnochado que a la actitud callejera de su problemático bajista.


 En mayo de 1975, en plena gira norteamericana, Hawkwind visita Canadá. Una vez atravesada la frontera entre EE.UU. y el territorio canadiense, la policía detiene a Lemmy por posesión de cocaína y la banda debe cancelar sus conciertos en dicho país. El examen toxicológico indicó que la droga en cuestión era anfetamina -sustancia a la que Lemmy recurría para mantenerse despierto "cuando necesitabas mantenerte despierto"- y, por lo tanto, fue dejado en libertad sin cargo alguno. Sin embargo, fue la gota que rebalsó el vaso para sus compañeros de banda: Hawkwind regresa a Inglaterra sin su componente más problemático, quien es inmediatamente despedido. Para Lemmy, dos cosas quedan claras al respecto. La primera: consumir drogas es una manera de marginarse y no de integración como él y muchos otros jóvenes solían pensar. La otra, y la que determinaría el rumbo a tomar durante las próximas cuatro décadas: ser el líder de su propia banda para no ser despedido nuevamente, no tener que rendirle cuentas a nadie. Sus managers le recomiendan para su nuevo proyecto el nombre "Bastards", pero el ya asumido bajista ya tiene pensado un nombre en señal de venganza hacia su ex banda. Precisamente el nombre de la última canción que escribió para Hawkwind y una de las dos -la otra es "Silver Machine"- en las que asume el papel de voz principal. La bolsa de anfetaminas que lo acompañó en pleno abandono sería suficiente. Así nacía "Motörhead", apodo de referencia para los consumidores de la mencionada sustancia.


  La primera alineación de Motörhead, allá por 1975, estuvo compuesta por Lemmy en el bajo y la voz, Larry Wallis en guitarra y Lucas Fox en batería. Aquella alineación debutó el 20 de Julio de 1975 -dos meses después de su abrupta salida de Hawkwind- en The Roundhouse, como teloneros de los progresivos Greenslade y, luego de otros diez eventos, tendría la oportunidad como soporte para Blue Öyster Cult en Octubre de ese mismo año. Poco después, Fox es reemplazado por Phil Taylor, un baterista que se amoldaba más a la fórmula simple y a la vez potente de Motörhead, poco después ingresaría el guitarrista 'Fast' Eddie Clark, quien formaría pareja con Wallis, pero este último acude a un llamado para regresar a su antigua banda The Pink Fairies, por lo que Motörhead permanece como trío, al menos hasta mediados de los '80. Así se constituía la, para muchos, la alineación clásica de los británicos.

Una vez al mando de su propia nave, Lemmy tuvo que lidiar con obstáculos de carácter más global, en especial los "cariños" por parte de la crítica especializada. Medios de circulación masiva como la revista NME, que calificaban al power-trío como "la peor banda del mundo", resumiendo así la animadversión que el periodismo musical de la época sentía hacia una agrupación que, durante los próximos 40 años, haría de la constancia su mejor arma pese a las 'sugerencias' por parte de ciertos "especialistas". En la parte interna, las cosas iban de mal en peor: Clark y Taylor, sumidos en varias y acaloradas discusiones, amenazan con abandonar la banda y Lemmy ve en ello una pesadilla de nunca acabar, la misma que lo sigue desde The Rockin' Vickers una década antes. La crisis es total y Motörhead decide grabar para la posteridad lo que será su concierto de despedida en el Marquee Club, en Abril de 1977. Sin embargo, Ted Carroll, el encargado de llevar el equipo de grabación, llega a bastidores sin él y les ofrece, en cambio, la grabación de un single de despedida. La canción elegida sería "Motörhead", en una versión mucho más sucia y acelerada que la de su antigua banda. Sin embargo, la efusiva acogida del single por parte de una fanaticada que no dejará de aumentar en cantidad y devoción cambia el rumbo de una historia destinada a tener un final feliz como ocurrió en el pasado. Motörhead, contra todo pronóstico, adquiría popularidad y el single en cuestión pasaría a formar parte de una completa colección de canciones inéditas que darían forma al LP debut editado en ese mismo '77, coincidiendo con la explosión punk liderada por Sex Pistols y The Clash en Gran Bretaña. Motörhead no tardaría en hacerse un nombre a nivel territorial y, más tarde, en toda Europa. Luego editarían Overkill y Bomber (ambos en 1979) y alcanzarían por primera vez el éxito rotundo de la mano de Ace Of Spades  (1980), del cual destacaría el track-título, pilar del Heavy Metal en su evolución hacia vertientes cada vez más pesadas y extremas. El resto es historia conocida. Cambios de alineación y regresos temporales, la constancia le permitió a Lemmy escribir la historia del Rock pesado durante más de cuarenta años. Y lo mejor de todo: jamás podremos decir que Motörhead sacó un mal álbum.


 Es sabido que Motörhead, pese a los complicados inicios, no solo reflejó lo que debía ser el Rock n' Roll como estilo de vida, sino también el pensamiento de su líder y compositor principal frente a la vida misma. En "Ace Of Spades", por ejemplo, define metafóricamente su sentido de la existencia: el elegir el riesgo y la aventura sobre cualquier miedo o prejuicio. "Sabes que nací para perder y que apostar es para los tontos, pero así me gusta, nena y no quiero vivir para siempre". En "Killed by Death", en tanto, parecía profetizar su propio futuro en frases como "la única vez que me tranquilice será cuando sea aniquilado por la muerte". Mientras el común de la gente se asegura con una relación estable, un trabajo con buen sueldo y una familia (¿dónde he escuchado eso?), el hombre de los bramidos con aliento a whiskey y cigarros eligió el camino más complicado y, al mismo tiempo, repleto de vivencias. El tiempo y la constancia le terminó dando la razón a Lemmy Kilmister, un tipo que, antes de alcanzar la condición de "leyenda" -término que suele prestarse a todo tipo de interpretaciones, últimamente-, tuvo que morder el polvo de la frustración en un comienzo. AC/DC, una banda que sabe lo que significa mantenerse fiel a sus principios desde el comienzo, lo dijo alguna vez: "Es un largo camino hacia la cima si quieres Rock n' Roll". Por eso y más, resumiendo la afirmación de Steve Vai, todos amamos a Lemmy y nos debemos a su filosofía. El día que el hombre del mostacho emprendió su propia aventura, el Rock n' Roll, en buen chileno, 'se pasó por la raja' a los viejos amargados que decían lo que teníamos que hacer, sea en la vida cotidiana o en la propia industria musical. Born to lose, LIVED TO WIN!



Escrito por: Claudio Miranda

Publicar un comentario

0 Comentarios