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#CreepyBastards Relatos de Terror #1



Metalheads, esta sección ha sido bautizada como Creepy Bastards, donde les relataremos historias de horror y misterio, mezcladas con sangre y lo sobrenatural (por desgracia para los protagonista), en esta primera entrega les mostraremos un breve relato de lo que es Creepy Bastard, donde también tú, estimado lector y compañero de noches de terror, podrás enviarnos tu historia ligada a algún hecho extraño y/o paranormal y nosotros la compartiremos para el mundo, esperamos que os guste lo nuevo que hemos preparado para ustedes, un abrazo a todos.

Acabo de Despertar:


Acabo de despertar, aún me duele la nuca, me cuesta fijar un objetivo con mis ojos y la luz es escasa en esta habitación. Comienzo a mover poco a poco mis pies y manos, siento como si me hubieran atado con algo, pero no hay nada a mí alrededor que lo indique. Apoyo la palma de mi mano para tomar impulso y levantarme, al apoyarla las maderas crujen como la rotura de un árbol, no le presté mucha atención ya que parecía ser una casa antigua, no obstante lo que si me preocupó fue el hecho de que el piso haya tenido un líquido algo viscoso en su superficie. Asustado me acerqué a la mínima luz que manaba de una titilante llama de una vela, la tomé rápido ya que estaba al lado de una ventana rota, corría un poco de viento ya que la cortina púrpura que estaba en el salón se movía con él y ese movimiento dibujaba unas sombras, o por lo menos quise creer que eran por tal razón,las sombras parecían correr velozmente por aquellas avejentadas paredes llenas de cuadros antiguos y con su mural desteñido. Ya con mis sentidos más lúcidos quise buscar pronto la salida del lugar, ya que no sabía exactamente dónde estaba, sólo presumía que era a las afueras de la ciudad porque no se veían señales de alguna casa cercana ni ningún indicio de civilización. Con mi mano derecha sosteniendo la vela y la otra cubriendo la mecha para que no se apagase comencé mi camino, me acerqué a la puerta, estaba entrecerrada, la abrí lentamente porque pensé haber escuchado pasos que venían de la parte baja de la casa, salí de la habitación y estaba todo oscuro, no había más luz que la que podía entrar desde las ventanas rotas y de aquél techo viejo que estaba roto en alguna partes, se notaba que los años no habían perdonado esta vieja casona y que al parecer nadie vivía aquí para no haberla reparado, caminé lento buscando las escaleras que me ayuden a bajar, mis pasos poco a poco comenzaron a apresurarse, mis nervios comenzaron a crecer y mis sentidos se agudizaban, algo me hacía imaginar y crear pensamiento horridos, mi mente se envolvía en paranoias sin razón aparente, ya me había olvidado de mi dolor en la nuca, de pronto cuando logré ver las escaleras comencé a sentir un frío que calaba mi piel, tan profundo era que tocaba el tuétano de mis huesos, era una aguja gélida que penetraba en mi cuerpo, mi mano temblorosa la alejé más de mi cuerpo para acercarla a la escalera y ver dónde pisar, en ese momento el terror se apoderó de mí, había un cadáver casi desmembrado frente a mí, pude ver sus carnes despedazadas, abiertas por algo enorme, podrían haber sido las fauces de una gran bestia, pero aquí en Santiago no hay animales de tales características, estas heridas estaban por todo su cuerpo, excepto en el rostro, donde solo pude ver aterrorizado que faltaban los ojos, haber visto aquellas cuencas vacías, huecas, fue espantoso y asqueroso a la vez, ya que de ella salían una especie de gusanos blancos empapados en sangre, mi cuerpo y mi mano tiritaban, zarandeados como una hoja de invierno frente al inclemente azote del viento, sentía como la esperma de la vela comenzaba a quemar mi mano, pero el horror y el shock de la situación eran mayor, mi sistema nervioso era un colapso, de pronto se sintió un salvaje golpe que sacudió mi cerebro, era la puerta que se había cerrado y yo estaba ahí, al lado de un cadáver en su podredumbre progresiva que bloqueaba en parte, ya no sabía qué hacer ni qué camino seguir, volteé mi brazo rápidamente e iluminé el camino de donde yo venía, no alcancé a ver con exactitud lo que había, sólo vi un par de ojos desorbitados, grandes, con una pupila roja como la granada, vacilantes y que se movían erráticas sin seguir una órbita dentro de su globo ocular, aquella cosa arrancó y se perdió en la oscuridad del largo corredor, di la media vuelta rápidamente sin fijarme dónde pisaba, entonces sentí el crujir de algo, pensé que eran los viejos escalones, bajé mi vista y la vela que me acompañaba y lo que había pisado era algo parecido a una espina dorsal con carne pegada a ella en algunas vertebras, no quise ver más y bajé raudo por las escaleras. Mientras bajaba por las escaleras mis confusiones y paranoias invadían con más fuerza la poca cordura que quedaba en mi mente, ¿por qué estoy aquí?, ¿qué clase de criatura causo tal destrucción?, ¿moriré?, pese a mis vacilaciones y pensamientos logre llegar a donde me proponía grande fue mi sorpresa al darme cuenta que la escena no dantesca que presencie con anterioridad se repetía nuevamente como si nunca hubiese bajado a ninguna parte, quería gritar pero me sentía observado y acompañado por una presencia que hacía torcer mi espalda. No me sentía capaz de nada solamente derrame lágrimas de desesperación, no quería iluminar  nada pues temía que esos insanos ojos clavaran esa pérfida mirada en mi otra vez, pero ¿qué iba hacer? sentarme y esperar a correr la misma suerte de aquellos infortunados cadáveres del suelo, tal vez sería una buena idea conversar con ellos para adentrarme en la insanidad, convertirme en una bestia y liberarme de la carga de ser un hombre. Esas no eran soluciones debía escapar buscar una ventana u algo, me arme de valor e ilumine el lugar nuevamente me dije "si no puedo salir por una puta puerta, saltare por la ventana me da igual este lugar es macabro",  camine pisando lo que alguna vez fueron humanos o tal vez simples animales en busca de aquella ventana que me liberara de la locura en la que me encontraba, tal vez si me lanzaba por la ventana me rompería un par de huesos, pero no quedaría reducido a polvo como el  pútrido cadáver del suelo, al menos eso pensé en ese momento. Me propuse saltar por la ventana pero cuando iba a pasar por el marco de madera podrida, esos ojos, esos malditos y desorbitados ojos se posaron frente a mí y una fuerza de otro mundo me lanzó de vuelta a la casona,  a esa maldita prisión de cadáveres olvidados y podridos, caí sobre un montón de intestinos tirados en el piso,  perdí mi fuente de luz y en ese momento, sentí el peor de los dolores, me cortaron las piernas sin piedad con lo que sentí como una sierra, pero tal vez eran las garras de aquel monstruo de ojos pérfidos, sentía la sangre y esa sensación de que ya nada quedaba para mi, que era mi absoluto fin, mientras risas macabras hacían eco en cada rincón de ese maldito lugar. Intente pedir ayuda, intente gritar, la voz no me salía solo lloraba como una indefensa niña. Me desmaye, luego desperté mas confuso que al comienzo mis piernas ya no estaban y solo era un fenómeno, estaba en la habitación del principio con el liquido viscoso y esa mierda, ahora no había salida la puerta estaba cerrada, solo encontré un viejo cuaderno, una pluma y una vela encendida, por lo que escribí estas líneas con tal de recordar lo que había sucedido y asegurarme de no olvidar detalle alguno para que alguien me creyera, pero lo que yo no sabía era que nunca saldría de allí y nadie podría leer mi historia. Las horas parecían días, había perdido toda noción del tiempo  cuando la bestia apareció una vez más, esta vez contemple su deforme rostro en pleno, media más de dos metros, en su rostro colgaba una sonrisa deforme con dientes podridos, doblo su cabeza en ademán de curiosidad tomo la vela y la introdujo encendida en mi cavidad ocular izquierda, mi ojo se derretía mientras yo gritaba paralizado por el shock,  con mi ojo derecho aún bueno vi como lo que alguna vez fue un globo ocular se mezclaba con la esperma de la vela. Luego de eso la bestia aplaudió y puso su sucia mano en mi cuenca ocular vacía, de algún modo la herida sello y dejo de doler, tampoco dolían los muñones de mis piernas, lo único que dolía era mi alma, tenía mucho miedo. Los días pasaron y los rituales macabros se repitieron cada día perdía otra parte de mi cuerpo, pero no moría, no puedo morir, no me dejan morir. Lo peor de todo esto no es el temor a la muerte es la carencia de ella, porque tengo claro que jamás seré libre a menos que la caprichosa muerte bese mis labios, si lees este viejo trozo de papel es por que conseguí arrojarlo por alguna podrida rendija y el viento lo llevo a algún lugar, reza por mi alma y ven por mis restos, estoy en diablos amaría saber donde estoy. Los días pasan y cada día me convierto en mas pedazos de lo que alguna vez fue un ser humano. Creo que hasta aquí llego, creo que terminare tan mutilado que a la bestia no le quedara otra que buscar otra víctima, porque yo desapareceré. ¿Quien sabe? tal vez la siguiente víctima seas tú.  

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