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#DeCulto - Hambre y Fuego en el corazón del Sacerdote



  Cuando uno habla de Heavy Metal, es imposible no pensar en Judas Priest, la agrupación británica que, en medio siglo de carrera, ha encarnado los principios del género, dentro y fuera de la música. Desde el impacto mediático -y comercial- generado con la edición del fundamental "British Steel" a comienzos de los '80, hasta la icónica imagen del cuero, las tachas y la Harley Davidson, pasando por la consagración definitiva con el hiper-mega demoledor "Painkiller" (1990), el fenómeno que implicó su sonido durante la década del '70 y la imagen de un Rob Halford imponente en cada una de sus presentaciones. A estas alturas, rebatir el aporte de Priest al Heavy Metal y sus derivados no vale la pena cuando hay una discografía sin fisuras en su totalidad, al menos a partir del seminal "Sad Wings Of destiny" (1976), trabajo con que las bases del género empezaron a definirse a partir de la velocidad de Deep Purple, el peso de Led Zeppelin y la oscuridad de Black Sabbath, al mismo tiempo que pudo probar que sí era posible concebir música pesada y peligrosa dejando de lado el blues que, hasta entonces, era la marca registrada del Rock duro.

  A casi 15 años del retorno de Rob Halford, luego de una década marcada por los desencuentros entre sus compañeros y la edición de dos trabajos interesantes con Tim "Ripper" Owens en la voz por un período breve pero productivo, el presente de los de Birmingham es tan dulce a nivel de éxito como agraz en su interna. La publicación del reciente "Firepower" nos muestra a la mítica banda británica en su mejor forma desde "Painkiller", un logro impensado hasta en la interna de ésta. En 2008, ante la pregunta sobre las posibilidades de igualar o superar el poder devastador de la bestia del '90, Halford se limitaba a responder que aquello implicaría "sonar Death Metal, por ende es imposible superar aquello". De alguna forma, las expectativas de los fans se reducían a una realidad innegable: con más de tres décadas en el cuerpo, responder a cualquier exigencias externa no estaba en los planes de una agrupación que se ha mantenido fiel a su integridad.


  Al momento de consumarse el regreso del calvo cantante y componente histórico en 2004, sería al año siguiente cuando "Angel Of Retribution" despejaría todas las dudas respecto a lo real y concreto de la reunión. Un par de años antes, Bruce Dickinson regresaba a Iron Maiden junto al guitarrista Adrian Smith y así comenzaba un nuevo ciclo repleto de repleto de aciertos discográficos  a nivel de crítica y ventas, y giras mastodónticas a tablero vuelto. El panorama de Judas Priest, pese al excelente cometido de "Ripper" Owens durante su incursión en la ya veterana banda británica, urge del retorno de su figura más icónica y el deseo de una legión de fans de distintas edades y latitudes se hace realidad.

  La recepción de "Angel Of Retribution" por parte de los fans y la prensa especializada, responde a lo certero de su impacto y el nivel de las composiciones, la gran mayoría recreando la vibra de los oscuros años '70, pero sin perder un ápice de su frescura. Un trabajo repleto de peso y agresividad como en sus mejores tiempos, con una producción musculosa y prolija en el tratamiento de los instrumentos y Rob Halford desplegando sus virtudes vocales en un tono más abajo pero con el mismo veneno de siempre. 


  Tres años después, la propuesta de Priest da un giro inesperado: "Nostradamus" (2008) se presenta como el primer trabajo conceptual de los británicos, enfocado totalmente en las visiones del mítico astrólogo francés Michel de Nôtre-Dame. A diferencia del trabajo anterior y todo lo publicado hasta entonces, los arreglos sinfónicos, la teatralidad plasmada en el estudio y la extensa duración -102', CD doble- conforman la ambición artística lograda por los veteranos de Birmingham, siempre hacia adelante y apuntando a lo alto. Un trabajo inédito y único en todo sentido que, sin embargo, genera sentimientos encontrados en una fanaticada dividida en el Heavy Metal clásico y la libertad creativa de una banda que, a esas alturas, no tenía por qué rendirle cuentas a nadie.

  La gira de celebración de los 30 años de "British Steel" durante 2009, vuelve a despertar interés en su fanaticada de siempre, generando expectativas sobre el futuro inmediato. Sin embargo, y luego de la reedición del disco del '80, un fuerte golpe remece el núcleo de Priest: K.K. Downing, guitarrista y fundador, anuncia su partida de la banda y retiro de la música. El ritmo de vida que adoptó como tal desde 1969 le pasa la cuenta, por lo que no quiere saber más de giras y componer, centrándose de lleno en sus negocios y la vida familiar. 


  La secuelas de esta sensible baja se traducen en la gira de despedida "Epitaph", para la cual recurren a los servicios de un joven guitarrista inglés llamado Richie Faulkner -hasta un par de años antes, guitarrista de la banda de Lauren Harris (la hija del "jefe" Harris de Iron Maiden)-, con quien Glenn Tipton se siente cómodo compartiendo labores en las seis cuerdas. Tanto el éxito de la gira como la vitalidad proyectada por Faulkner en el seno de la longeva agrupación, impulsan a desechar el retiro y seguir adelante componiendo discos y girando hasta que el cuerpo aguante.


  La decisión de continuar sin uno de sus fundadores adquiere forma concreta con "Redeemer Of Souls" (2014), una placa con la que los ingleses renuevan sus votos como defensores de la fe, muy al estilo de su etapa ochentera. Sin embargo, con Glenn Tipton participando en la producción, las críticas se concentran en la mezcla irregular de los tracks, con las guitarras en un notorio segundo plano respecto a los bajos y la batería de Scott Travis sonando como si estuviera grabada bajo el agua, como se pudo notar en pasajes de la talla de "Metalizer". Si bien la recepción de los fans fue calurosa al momento de su publicación, "Redeemer..." empezó a envejecer y no de muy buena forma, a lo que se suma un arte visual rico en matices e ideas, pero con poco impacto en el resultado final.


   Aprovechando el envión de la gira promocional, Judas Priest vuelve al estudio un par de años más tarde para grabar su siguiente placa. Los adelantos con que el quinteto inglés presentaba de a poco lo que sería un bombazo de aquellos, devuelven la ilusión a quienes creían que "Painkiller" era inalcanzable. Por ende, una vez publicado a comienzos de este año, "Firepower" terminó por ganar, gustar y golear. Las comparaciones con la opus del '90 son inevitables pero tanto los fans como la prensa especializada concuerdan respecto al batatazo de los de Birmingham en el marco de los 50 años de carrera.


   Con "Firepower" adquiriendo reseñas positivas por doquier, Priest se embarca de inmediato en su gira promocional por todo el orbe, en plena forma y con claras intenciones de revalidar su título como 'Dioses del Metal'. Sin embargo, al momento de la publicación del disco, una lamentable noticia sacude al mundo metalero: Glenn Tipton se retira de los escenarios debido a un Parkinson diagnosticado hace poco más de una década. 
  

  El guitarrista de 70 años, si bien compuso y grabó sus partes en su totalidad, se ve obligado a cancelar definitivamente sus presentaciones en vivo, cediendo su lugar como invitado al productor de Andy Sneap, quien trabajó con ellos en la reciente placa mencionada. Como si se tratara de un pacto de lealtad, no obstante, Tipton participa en la gira norteamericana apareciendo en el encore compuesto por "Breaking The Law" y "Living After Midnight", pero con la enfermedad ya avanzada y haciendo mella de su estado físico, es cuestión de tiempo para lo inevitable: no más presentaciones sobre el escenario y las giras como estilo de vida llegan a su fin.

  Pese a lo adverso del panorama, y con el eterno bajista Ian Hill como único fundador sobreviviente en la actualidad -Halford y Tipton ingresaron poco antes de comenzar las sesiones del lejano debut "Rocka Rolla" (1974)- las intenciones de mantenerse girando y grabando se mantienen firmes. Tanto a nivel de espectáculo como repertorio, la gira "Firepower" ha sido objeto de elogios ecuánimes por parte de la crítica y los fans. No solo las canciones de la placa recién publicada se consagran como clásicos inmediatos; alguna que otra gema escondida y/o un clásico olvidado en el tiempo tiene su presencia asegurada, como podremos atestiguar dentro de unos días en lo que será el quinto ritual con los Metal Gods. Con una buena defensa, la Fe seguirá intacta hasta, mínimo, un par de eternidades más. ¿Víctima de cambios? Puede ser, pero como proclama "Heavy Duty" de su disco de 1984: "We're gonna rock ya till your Metal hunger's fed" Amén.



Te recordamos que Judas Priest formará parte de Santiago Gets Louder Meets Solid Rock este 02 de noviembre en el Movistar Arena, puedes adquirir tu ticket acá: https://www.puntoticket.com/sgl-solidrock

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