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#Especial: Burn La Fogosa Pasión Purpura


Es imposible pasar por alto la contribución de Glenn Hughes al Rock duro con esas influencias soul y funk que, de pronto, terminó uniendo a los fans del Heavy Metal (o Hard Rock, como sea) con el sonido registrado de referentes populares como Stevie Wonder y James Brown. Y dentro de la familia púrpura, su rol ha sido fundamental cuando hubo necesidad de expandir fronteras más allá de lo que comenzaba a imponerse como tradición a comienzos de los '70. De toda una serie de integrantes que han entrado y salido, el bajista y cantante nacido hace 65 años en Cannock debe ser el componente al que más se le recuerda por su rol fundamental en el sonido que adoptó una de las agrupaciones británicas más importantes de aquella década junto a Led Zeppelin y Black Sabbath, cuando la situación lo requería con extrema urgencia.

    Es cierto que cuando hablamos de la carrera de Glenn Hughes, siempre se nos vendrá a la mente Deep Purple. Para los iniciados en la carrera del músico británico, también está la colaboración con Tony Iommi en los '80 y posteriores, su carrera solista -probó con todos los estilos posibles, pero la música negra siempre ha sido lo suyo- y aquel trabajo en conjunto con el guitarrista Pat Thrall allá por 1982, cuando las cosas no iban muy bien que digamos para Hughes, quien parecía condenado a vivir bajo la sombra de la banda que lo catapultó a la fama. Para el fan de Deep Purple, "Come Taste The Band" -el último trabajo antes del obligado divorcio en 1976- debe ser el trabajo definitivo cuando hablamos de cambios de dirección, con la banda alejada en gran parte del Heavy Metal que sería su firma en favor de las influencias funk, blues y soul importadas tanto por Hughes como por otro involucrado que había llegado como respuesta al conflicto interno que no tardaría en superarse: un joven y desconocido cantante que respondía al nombre de David Coverdale. Pero eso sería obviar lo que era Deep Purple realmente, independiente de la influencia que tuviera cada componente en el sonido de cada uno de sus trabajos. El quinteto fundado en 1968, ante todo, era una sola unidad, donde la suma de sus partes equivalía a un todo incontrarrestable. Cada una de sus partes daba lo mejor de sí, todos con una formación académica, músicos de conservatorio que no solo tocaban Rock duro; también supieron moldearlo a su gusto, bajo sus propias reglas. Desde la crudeza sinfónica de "Deep Purple In Rock" hasta la maestría absoluta y certera de "Machine Head" -trabajo supremo por donde se le mire-, pasando también por trabajos recientes como "Purpendicular" -debut con el actual guitarrista Steve Morse- y "Rapture To The Deep" -el primero con el multivalente Don Airey en las teclas, en el lugar del mítico Jon Lord-.  Pero si nos remitimos a la era que abarcaremos en esta tribuna, solo hay un trabajo que contiene aquella virtud que lo hará una suerte de 'escuela' para las futuras generaciones: "Burn".

    Antes de meternos de lleno al álbum que marcó el comienzo de una breve pero productiva etapa, debemos hacer un poco de historia. En 1973, Deep Purple tiene el mundo a sus pies. El éxito obtenido a nivel de críticas y ventas con el seminal "Machine Head" un año antes los ha situado como los líderes de un estilo musical que intercalaba velocidad, peso, dureza y, sobretodo, virtuosismo. "Made In Japan", el álbum en vivo registrado en la Tierra del Sol naciente durante la gira promocional del mencionado "Machine Head", marca un hito respecto a la reputación de Purple como uno de los mejores actos en vivo sobre el orbe junto a The Who, The Rolling Stones y unos aventajados Led Zeppelin. Es decir, nada podía detenerlos, iban derecho a la estratósfera -como lo graficaba la portada del excelente "Fireball"-. Sin embargo, en la interna las cosas se complicaban de manera preocupante: luego del lanzamiento del irregular "Who Do We Think We Are", se produce el quiebre. Las diferencias irreconciblables entre Ritchie Blackmore y el cantante Ian Gillan terminan en la salida obligada del segundo, al que le seguiría el bajista Roger Glover. Para los fans y la prensa especializada, esto significaba la caída libre de una estrella, por lo que al interior solo había una opción: buscar nuevos integrantes y expandir las fronteras sonoras si es necesario. El cambio estaba a la vista.


  El primero en llegar fue Glenn Hughes, proveniente de las filas de Trapeze, una banda que, pese a sus tres trabajos editados, se mantiene lejos de la consagración. Al principio el músico no está interesado, pero en plena gira por USA acepta la propuesta al darse cuenta del éxito masivo que obtuvieron sus futuros compañeros a través de hits como ese monumento al riff llamado 'Smoke On The Water'. Es así como Hughes no solo ocuparía el lugar del saliente Glover, sino también desempeñaría roles vocales en conjunto con el siguiente recién llegado. David Coverdale, una versión de Robert Plant 'diamante en bruto', era un joven de 22 años a quien las circunstancias le daban la oportunidad de su vida, luego de que Paul Rodgers -ex cantante de Free y enfocado, en ese tiempo, en lo que sería su 'criatura', el super combo de Hard Rock bautizado como Bad Company'- rechazara la oferta para ocupar el puesto de Gillan. De esta manera es como se conformaba la tercera alineación de Deep Purple en solo seis años, la legendaria MkIII, complementada por Blackmore, Jon Lord y el incombustible Ian Paice en la batería.

  Una vez conformada esta alineación, comienzas las sesiones y ensayos del material que formará parte del próximo álbum y para noviembre de 1973, el quinteto viaja a Montreux, donde se dará lugar a las sesiones de grabación, todo aquello posible con el  estudio móvil de los Rolling Stones -el mismo equipo utilizado en el anterior "Machine Head" y al que también recurrirían Led Zeppelin, Wishbone Ash, los mismos Stones y Iron Maiden-, para posteriormente, ser editado en Febrero de 1974 titulado como "Burn". Aquella portada, con las caras de los cinco integrantes en velas encendidas, no tardará en llamar la atención de los fans, quienes no tardarían en caer rendidos con este regreso incendiario, con algunos rostros distintos, pero manteniendo la actitud sorprendente de los trabajos pasados. Y precisamente el adjetivo 'incendiario' cae como anillo al dedo con el explosivo riff que da inicio a 'Burn'. La mejor manera de comenzar un nuevo álbum -y, por ende, una nueva etapa- es de manera directa, nada de rodeos. Una base rítmica que va directo al ataque pero también aprovecha los espacios necesarios para demostrar que esta maquinaria llamada Deep Purple está más viva que nunca. David Coverdale, pura pasión en su desempeño como voz principal, aunque Glenn Hughes nos e queda atrás cuando tiene que aparecer. Pura versatilidad y pasión en el bajo y la voz. Para la historia, los solos de Blackmore y Lord, imposible quedar absorto ante esos duelos instrumentales, donde cada uno da lo mejor de sus capacidades creativas y técnicas. 'Burn' se erige de inmediato como un clásico todopoderoso, a la altura de 'Speed King' y 'Highway Star'. Más grande que la vida misma.


    Luego del estallido inicial, continuamos con 'Might Just Take Your Life', un corte más bailable y cuyo groove contagia hasta al más grave. La primera señal de que detrás de la llegada urgente de los dos integrantes nuevos, hay un aporte respecto a la orientación estilística que tomará la banda. Impresionante el desempeño tanto de Coverdale como Hughes en las voces, lo que se hace notar de manera más clara que en el track anterior. 'Might Just...' precisamente fue hecha para que los dos 'nuevos' demostraran de qué están hechos. Quizás menos frenético que 'Burn', pero es imposible resistirse a una melodía tan festiva y certera.

    El álbum continúa con 'Lay Down Stay Down', con la pareja Coverdale/Hughes repartiéndose los roles vocales casi de manera equitativa. Tomando 'prestado' el groove de 'Space Truckin', es en los coros donde queda reafirmada la juventud de la que goza una banda que, un año antes, estaba sumida en una crisis total, sobretodo a nivel creativo luego de alcanzar la cima con "Machine Head", por lejos su trabajo definitivo. 'Sail Away' saca a relucir la faceta bluesera de Deep Purple, bajando la intensidad pero manteniendo la pasión que caracteriza a este Deep Purple modelo 1974. Impresionante el cómo Coverdale, recurriendo a un tono más bajo respecto al resto de los tracks, se despacha una interpretación que bordea la seducción, como se acentuaría más adelante con sus Whitesnake. Interesante lo que hace Jon Lord con el Minimoog, tapando la boca a quienes pensaban que el tecladista se quedaría atrás respecto a sus colegas de generación como Rick Wakeman y Keith Emerson, de manera breve pero no por ello menos atractivo. Por entonces, el papel de Ritche Blackmore en las seis cuerdas se limita más a generar riffs que su desempeño solista, lo que sería trascendental en su decisión de dejar la banda que él mismo fundó a fines de los '60.

   La cara B del vinilo invita a mover el cuerpo, aunque sea de manera automática. La ágil y omnipresente batería de Ian Paice se encarga de dar inicio a 'You Fool No One', clara reminiscencia a Led Zeppelin, aunque en vivo cobraría proporciones gigantezcas, siempre con la marca registrada de Deep Purple, cortesía de un Ritchie Blackmore quizás menos inspirado que en ocasiones anteriores, pero cuya categoría como genio en las seis cuerdas no da lugar a ningún cuestionamiento. Luego viene 'What's Going On Here' quizás el corte que menos destaca en la placa respecto a los tracks restantes, pero que da cuenta de lo vital que fue la incorporación de Coverdale y Hughes, en especial por el trabajo vocal, donde ambos fusionan sus voces en esos coros pegajosos. Si en los trabajos anteriores con Gillan el secreto estaba en la fuerza de los riffs, con esta formación la fórmula se concentraría en las mismas voces, generando coros hechos para permanecer de por vida en la mente y el alma.

    El siguiente corte debe ser uno de los pasajes más memorables no solo en la carrera de Deep Purple, sino de todo el Rock. Es cierto que "Burn" es un disco que destaca por su fogosidad incesante, pero si hay un momento en que el volcan está a punto de estallar, ese es 'Mistreated'. Un blues de los más apasionados y melancólicos que puedan haber incluso en la música popular. El punteo inicial a cargo del eximio Ritchie Blackmore nos advierte que también hay lugar para la tristeza, el sufrimiento encarnado en cada nota. El desempeño de David Coverdale en este corte -el único con Glenn Hughes limitándose solo al bajo- resulta sobrecogedor. Qué manera de sudar sufrimiento y pena, una letra que habla del tormento interior luego de la decepción sentimental. Respecto a Blackmore, el solo gráfica lo que realmente debe transmitir la música más allá del virtuosismo exacerbado : sentimiento, un sentido de la pasión que no deja indiferente a nadie. Mientras, Coverdale no tiene empacho en ponerse en los zapatos de Robert Plant, pero manteniendo ese registro que hace de su vozarrón un canal de emociones que se vuelven reales en cada verso. Dos datos interesantes respecto a este corte. El primero: cuenta la leyenda que el cantante oriundo de Saltburn-by-the-Sea fue sometido a una tortuosa sesión de grabación, en la que fue obligado a grabar una y otra vez la voz. La versión definitiva refleja la frustración y rabia que el joven cantante exudaba producto del 'maltrato' propinado por sus propios compañeros. Casi nada. Y el otro dato: ya alejado de Deep Purple y enfocado en sus Rainbow, Ritchie Blackmore, para los set en vivo, decidió rescatar esta canción para que fuera interpretada por el mismo Ronnie James Dio, cuyo desempeño quizás no parecía tan sufrida respecto a lo que hacía Coverdale, pero resulta igual de conmovedora. Al punto de que el mismo Enano Maldito, a fines de los '90, hizo lo mismo que su colega guitarrista y la rescató en sus giras durante fines de aquella década. Lo que se llama un clásico con todas las de la ley, para la eternidad.

    Para rematar la placa, llegaría el turno del instrumental 'A 200', con Jon Lord sacándole el máximo provecho al sintetizador Minimoog, mientras la sociedad rítmica Paice-Hughes aporta con una base heredada de 'Mars, the Bringer of War' (extraída de la clásica suite orquestal 'The Planets'), original del compositor británico Gustav Holst (1874-1934). Blackmore aprovecha de despacharse un solo tan incendiario como las flamas que expele el sintetizador de manera voraz, otorgando el broche de oro propio para un trabajo donde nada sobra ni falta.

     Una vez publicado, la repercusión de "Burn" fue inmediata. Si bien no superó el éxito obtenido por "Machine Head", aún así dejó en claro que el quinteto, con nueva formación, mantenía su vigencia pese a todo. Todo aquello coronado con una gira mundial, destacando la participación en el mítico festival California Jam, en un cartel que Deep Purple lideraría junto a Emerson, Lake & Palmer y Black Sabbath -para la inmortalidad, la postal de un iracundo Blackmore emprendiéndolas contra las cámaras de la TV gringa con su Fender Stratocaster antes de prenderle fuego a su equipo-. Sin embargo, luego del lanzamiento del más orientado al funk "Stormbringer" a fines del '74 y la posterior gira, Ritchie Blackmore se siente disconforme con el notorio cambio de rumbo, por lo que renuncia y pavimenta su propio camino al mando de Rainbow, donde hará y deshará a su gusto. Su lugar sería tomado por un joven talentoso estadounidense Tommy Bolin, pero, luego del lanzamiento y promoción de "Come Taste The Band" en 1975, al interior de la banda se produce el cisma que desembocará en la posterior separación. Bolin no sobreviviría a aquello y moriría en diciembre de 1976 producto de una sobredosis.


   "Burn" no solo se convirtió en un clásico por mérito propio, sino también significó una escuela para toda una generación, a la misma altura que "Deep Purple In Rock" y "Machine Head". Cuando pocos hubiesen apostado por el cambio, Deep Purple dejó en claro que era necesario para seguir en carrera, por supuesto sin necesidad de renegar de su identidad. El solo riff inicial del track título puede ser considerado como Declaración de Principios, donde primó esta vez la pasión por sobre el virtuosismo y apuesto a prueba en el pasado. Ni antes ni después Deep Purple se sintió tan incendiario y agresivo como en esta piedra angular incandescente llamado "Burn"

Escrito por Claudio Miranda


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