Los bielorrusos ya están familiarizados con nuestro país y aunque esta es su tercera vez visitándonos, aun así se siente como un evento especial y altamente anticipado. En esta ocasión, estaban presentando su último lanzamiento, Belaya Polosa, el cual continúa la transición de la banda a un sonido que incluye muchos más synths y un ambiente menos pesado que sus trabajos iniciales. Es notorio el cambio de velocidad que hace el grupo al pisar suelo latinoamericano, los ánimos se ven generalmente más arriba y están todos con ganas de moverse e igualar la energía que entrega el público. Llega a ser un poco tierno ver a Egor Shkutko aguantar una sonrisa cuando mira al público solemnemente, con unos ojos inquisidores que terminan siendo un juego con los fans. Este álbum termina siendo un motor para quizás uno de los shows más movidos de la banda hasta la fecha (dentro de lo posible, es new wave después de todo).
El intro de "Kolesom" resuena en Basel, Roman Komogortsev y Pavel Kozlov hacen su entrada para quebrar el sonido de brisa con un synth que hace vibrar los vidrios como si quisiera reventarlos. Luces rojas bañan la silueta de los músicos y entra Egor a completar la ecuación. Su voz batalla un poco para superar los bajos, aunque cuando se asoma entre el instrumental es verdaderamente sobrecogedor.
La teatralidad de Egor para presentar es probablemente un cuarto de lo que hace el show interesante de ver, ojos grandes y una ceja levantada, parece buscar caras en el público para interpelarlas personalmente. A veces su cara no hace sentido con las notas que salen de su boca pero es solo le agrega drama a la situación. Por otro lado está Roman, dando la vida en el teclado, temas como "III" y "Discoteque" lo dejan lucirse y el disfruta de la situación al máximo, bailando con la mano que tenga libre en ese minuto y marcando el ritmo para la danza de sus fans.
Un set que sacó a brillar los temas más bailables de Belaya Polosa y su lanzamiento anterior, Monument. Hay algo de los pasos de baile que le nacen hacer a uno cuando escucha este tipo de música que es mucho más intuitivo, visceral, que otros géneros. Es como si no te quedara otra opción que bailar y tu cuerpo se mueve sin dirección. Cualquier cosa, Egor dirige al público, haciendo con su lánguido cuerpo movimientos erráticos pero fluidos, uno con el ritmo. La iluminación se dedica a crear siluetas, quizás el contorno de la figura de la banda. Luces estroboscópicas parecen congelar todo por un segundo, capturando poses imposibles de recrear conscientemente. Así se ven almas profundamente oscuras y melancólicas siendo felices, pasándola bien.El encore fue como un regalo, hit tras hit de Etazhi, como si dijeran "Esto fue a lo que vinieron". Escuchar los temas más icónicos de la banda junto a los más nuevos, evidencia aun más la evolución que ha tenido el grupo. Es extraño como temas que alguna vez fueron relucientes ahora se sienten nostálgicos. El cierre fue, lógicamente, con "Sudno" Bastaron los primeros tambores para que el público se desenfrenara completamente y que cualquier reserva que quedaba se lanzara por la ventana, verse cool ya no era una opción. Fue en este momento que Egor dejó ir una sonrisa, quizás se estaba riendo. Aquí Pavel también se permitió abandonar su mitad del escenario, sumándose al baile y aprovechando de jugar un poco con sus compañeros.
Una banda que ha venido varias veces en un período relativamente corto podría hacer que sus shows se sintieran más rutinarios, afortunadamente Molchat Doma no es uno de esos casos y posiblemente imposible que se conviertan en eso. Demuestran que tienen algo nuevo que ofrecer siempre y que por sobre todo, la pasan demasiado bien acá y eso se contagia. Por más darks que uno pueda ser, todos nos entregamos a la música y nos dejamos de llevar al ritmo de un synth que hace que retumben los 14 collares que tienes puestos. Molchat Doma volverá, eventualmente y estaremos ahí de nuevo para otra disco de ultratumba.
Nota: Fran P
Fotos: Mario Del Río
Setlist




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