Linkin Park
A solo diez minutos del esperado momento, el Estadio Nacional se sumergió en la cuenta regresiva. En las pantallas apareció un cronómetro que evocaba aquel reloj que marcó el regreso oficial de Linkin Park el año pasado, aumentando la expectación del público. La ansiedad pronto se transformó en un ambiente festivo cuando comenzó a sonar “Golden”, del ficticio grupo de K-Pop Demon Hunters, generando risas, coros y hasta bailes entre los asistentes.
A las 21:00 horas exactas, el escenario se tiñó de un tono azul profundo, con una atmósfera introspectiva casi cinematográfica. Sonó “Inception Intro A”, con elementos de “Castle of Glass”, marcando la entrada de Mike Shinoda, Emily Armstrong, Joe Hahn, Colin Brittain, Alex Feder y Dave Farrell. El arranque fue con “Somewhere I Belong”, un momento realmente emotivo: escuchar a miles de fanáticos cantar cada verso con el alma fue tan conmovedor como revitalizante.
Así comenzaba el Acto I, una primera parte cargada de energía y nostalgia. Temas como “Points of Authority” y “Crawling” desataron la euforia colectiva, mientras que el contraste con lo más reciente de su disco From Zero —particularmente “Up From the Bottom” y “The Emptiness Machine”— permitió apreciar la nueva dirección sonora de la banda. Fue durante esta última cuando se encendieron las primeras bengalas, tiñendo el estadio de luces rojas.

Con el inicio del Acto II, la euforia dio un respiro. “The Catalyst” marcó el comienzo de una nueva atmósfera, más introspectiva y envolvente. El Estadio Nacional se iluminó con miles de linternas de celulares, mientras luces hipnóticas desde el escenario se entrelazaban con las proyecciones de las pantallas LED y los dos cubos gigantes suspendidos sobre el escenario. El clímax llegó con el coro “Lift me up, let me go”, acompañado de una explosión de confeti que tiñó el aire de color y emoción. Sin duda, fue uno de los momentos más altos de la noche, con una interpretación magistral de esta joya de A Thousand Suns.
Esta parte del show tuvo un tono más reflexivo y melódico, alejado del nu metal que definió los primeros años de la banda, pero igualmente poderoso. Fue un viaje hacia la faceta más alternativa y rockera de Linkin Park, demostrando su versatilidad y evolución sonora. Más allá del cambio de estilo, esta sección sirvió como un recorrido por el legado de una banda generacional, que marcó a toda una época y hoy busca renacer en una nueva era sin perder su esencia.
El punto de inflexión llegó con “Two Faced”, cuando la energía volvió a estallar por completo. Desde la cancha frontal —ya más cerca de la mosh— se podía sentir una intensidad eléctrica, una conexión que difícilmente se aprecia en los videos de quienes optaron por grabar todo el concierto. Ahí, la experiencia fue pura, física, compartida.
Luego vino un solo de tocadiscos de Joe Hahn, que encendió nuevamente al público y dio paso a un momento de cercanía única: Mike Shinoda descendió del escenario mientras interpretaba su sencillo “When They Come for Me”, acercándose a la barricada para cantar junto a los fanáticos de primera fila. En medio de ese caos controlado, regaló una gorra autografiada por toda la banda, gesto que desató la emoción generalizada. Fue, sin duda, uno de los instantes más humanos y memorables de la noche.
Para cerrar este acto, llegó uno de los grandes hitos del concierto: “One Step Closer”. La sorpresa fue la aparición de Poppy, quien se unió a la banda para desatar la locura total en el estadio. Saltos, mosh pits y un coro ensordecedor transformaron el lugar en un homenaje colectivo a Hybrid Theory, cerrando así un segundo acto que combinó fuerza, nostalgia y renovación.
El tercer acto nos puso más sensibles. Mike tomó los teclados, Emily la voz principal, y juntos dieron paso a “Lost”, la última canción —en teoría— con la voz de Chester Bennington. Un tema grabado hace ya varios años, pero lanzado póstumamente, que eriza la piel y desborda nostalgia, como si realmente hubiese salido hace quince años. En este breve segmento también sonaron “Stained” y “What I’ve Done”, esta última inevitablemente ligada a Transformers. Incluso varios fanáticos llevaron figuras o referencias a la película, reviviendo toda esa época.
Luego hubo un momento muy emotivo: las cámaras enfocaron al público de la primera fila y mostraron a un fan con una polera de Chester. Alzó la mano hacia el cielo, y el estadio completo lo acompañó coreando el clásico “Olé, olé, olé, Chester, Chester”. Un instante simple, pero lleno de significado.
Ya en el último acto, sobran las palabras. Escuchar “Numb” en vivo me puso la piel de gallina. Fue simplemente desgarrador y profundamente emocional: 50 mil personas cantando al unísono un himno generacional, aquel que muchos conocieron incluso gracias al mítico AMV de Rock Lee vs Gaara.
Y no hubo respiro, porque enseguida llegó la poderosa “Heavy is the Crown”, que desató aún más al público —especialmente a los loleros—, reflejando también ese legado geek que siempre ha acompañado a Linkin Park.
La algarabía continuó con “Bleed It Out”, con una ejecución impecable y una descarga rapera de Mike Shinoda que hizo vibrar nuevamente el estadio. En ese punto, todos pensábamos que el concierto llegaba a su fin tras casi dos horas de intensidad… pero todavía faltaba lo mejor.
El cierre fue sencillamente demoledor: “Papercut”, “In the End” y “Faint” pusieron el broche de oro a una noche que quedará en la memoria. Cada acorde, cada grito y cada salto nos transportaron a comienzos de siglo, cuando el nu metal dominaba y Linkin Park marcaba el pulso de toda una generación.
Fue un final apoteósico, digno de una banda que supo reinventarse sin traicionar su esencia, y que en su primer estadio en Chile dejó claro que su historia —y la conexión con sus fans— sigue más viva que nunca.
En algunas canciones clásicas se percibía un cambio notorio en la sonoridad general de la banda respecto a las versiones originales. Más allá del evidente contraste entre una voz masculina y una femenina, también se podía notar una variación en la afinación de los instrumentos: junto a las pistas de apoyo, las guitarras y teclados sonaban aproximadamente un tono por encima de lo habitual.
Este ajuste podía resultar algo extraño al comienzo —especialmente para quienes conocen las versiones de estudio—, pero sin duda se adaptaba de forma natural al rango vocal de Emily, aportando una nueva energía y matiz a los clásicos de la banda.
Y quiero dejar algo claro: esto no significa que la presentación de Emily haya sido regular. Todo lo contrario. En muchas ocasiones fue ovacionada por el público, que reconoció su entrega, respeto y compromiso con el legado de Linkin Park.
Quiero también hacer una reflexión respecto a quienes critican el regreso de la banda: aquí nadie está borrando el legado de Chester Bennington. Por el contrario, se está honrando y conmemorando en cada concierto. Emily Armstrong no es un reemplazo, sino la evidencia de una nueva etapa, una transición que busca mantener viva la esencia de Linkin Park sin traicionar su historia.
Hoy, nuevas generaciones descubren por primera vez a la banda gracias a su impacto cultural, mientras los fanáticos de siempre continúan leales al proyecto liderado por Mike Shinoda, entendiendo que esto es mucho más que un grupo musical. Linkin Park es un fenómeno generacional, una voz que marcó a los jóvenes de los 2000 —sin importar gustos o estilos— y que sigue ofreciendo un refugio, un espacio para olvidar, aunque sea por unos minutos, los problemas cotidianos.
Setlist Linkin Park Chile 2025
- Somewhere I Belong
- Points of Authority
- Up From the Bottom
- Crawling
- The Emptiness Machine
- The Catalyst
- Burn It Down
- Over Each Other
- Where’d You Go
- Waiting for the End
- Lies Greed Misery
- Two Faced
- Joe Hahn Solo
- When They Come for Me / Remember the Name
- IGYEIH
- One Step Closer (ft. Poppy)
- Lost
- Stained
- What I’ve Done
- Overflow
- Numb
- From the Inside
- Heavy Is the Crown
- Bleed It Out
- Papercut
- In the End
- Faint
Escrito por: Javier Pardo Sepúlveda
Fotografías por: Diego Pino