Hay algo desconcertante en la mente de Geordie Greep. No porque sea caótica o incomprensible —aunque puede parecerlo—, sino porque opera bajo un principio que pocos músicos contemporáneos se permiten: el de la imaginación sin brújula, el juego constante entre la ironía y la seriedad, entre la tradición y el absurdo.
A sus 26 años, Greep ya tiene detrás una historia que parece comprimida en el tiempo: fue el cerebro y la voz de Black Midi, ese torbellino de virtuosismo y teatralidad que redefinió el rock británico desde los sótanos del Windmill de Brixton. Entre 2019 y 2023, con Schlagenheim, Cavalcade y Hellfire, el grupo construyó un lenguaje sonoro propio —hecho de jazz demente, prog esquizofrénico, math rock y lirismo grotesco— que lo posicionó como uno de los proyectos más intrigantes de la década. Pero para Greep, el vértigo de Black Midi era solo una fase: un entrenamiento para algo más libre.
En 2024, con el anuncio del fin de la banda y el lanzamiento de The New Sound, su debut solista, quedó claro que el londinense no busca una continuidad sino una ruptura. El título no es una ironía: es una declaración de principios. “Quería un tipo particular de experiencia musical —dijo recientemente—. Black Midi fue interesante, pero no era lo que quería hacer para siempre.”
En The New Sound hay samba, tango, swing y melancolía. Hay guitarras que evocan a Morricone y voces que se doblan en un falsete casi crooner, pero deformado, como si Scott Walker hubiese nacido en un barrio multicultural del norte de Londres. Es un disco que se alimenta del fracaso como método creativo: copiar lo inalcanzable para inventar algo nuevo, según su propia filosofía. Lo curioso es que en ese fracaso deliberado, Greep alcanza una originalidad que parece accidental.
Más allá de las etiquetas —avant-prog, jazz-rock, arte total—, lo que define a Greep es una mente narrativa. Sus letras no describen el mundo: lo fabulan. “No tengo nada inteligente que decir sobre la realidad”, confesó alguna vez. En su lugar, prefiere escribir sobre personajes: hombres desesperados, narcisistas, ebrios de ego y soledad. En The New Sound esos arquetipos desfilan como en un cabaret de almas rotas, donde la decadencia se canta con teatralidad barroca y humor cruel.
La obsesión por los antihéroes lo emparenta más con la literatura que con el rock. Nabokov, Georges Simenon o Javier Marías son referencias que Greep cita con naturalidad. Sus canciones, dice, intentan hacer sentir compasión por los monstruos. “Quiero que al final del tema sientas pena por ellos”, explicó en una entrevista. Esa empatía retorcida convierte su música en un espejo incómodo del presente: el retrato de una masculinidad aislada, atrapada entre el cinismo y la autodestrucción.
Lo más fascinante es cómo Greep traduce esas ideas en sonido. En lugar de la polirritmia vertiginosa de Black Midi, aquí hay estructura, groove y melodía. “Una idea por canción”, se impuso. Ya no hay necesidad de demostrar complejidad: solo de sostener una visión. Y, sin embargo, la excentricidad permanece intacta. The New Sound suena como si Zappa se hubiera enamorado del bolero y del jazz latino, pero con el dramatismo británico de un musical en ruinas.
A veces, su voz —ese timbre imposible de ubicar geográficamente— parece cantar desde un pasado imaginario, como un crooner que nunca existió. En otras, recita como un boxeador antes del último round. No es casual: Greep es fanático del boxeo y ve en el ring una metáfora perfecta para su arte. “En el boxeo, todo es intensidad, no hay pausas. Con nuestra música pasa lo mismo: si hay emoción, que sea al máximo”, ha dicho.
Quizás eso resume su mente: la de alguien que busca la intensidad no como espectáculo, sino como verdad estética. Tras Black Midi, Geordie Greep no ha cambiado: ha afinado su rareza, la ha vuelto más consciente. Si The New Sound es su nueva era, es también su autorretrato más nítido: el de un músico que entiende el arte como riesgo, y el riesgo como la única forma honesta de seguir creando.
Recuerda que Geordie Greep se presentará el próximo 13 de noviembre en el Teatro La Cúpula del Parque O´higgins, con un show imperdible que, sin dudas, dará de que hablar.
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