La noche del 21 de noviembre fue, sin duda, un hito para la escena alternativa santiaguina. Bôa, aquella agrupación británica que empezó tímidamente en los noventa, y con el tiempo dejó claro su presencia en la música, finalmente aterrizaron en Chile para su tan esperado debut.
El ambiente se formó una nube que mezclaba nostalgia, curiosidad y emoción. No era solo un show más, muchos tenían la sensación de entrar en un momento histórico para su propio vínculo con la banda. El tan esperado debut, dio pie con canciones ‘Deeply’, ‘Whiplash’, ‘Get there’, ‘For Jasmine’ y ‘A girl’, que fueron coreadas por todo el teatro.
Está noche, no solo era un día más, fue una especie de comunión, casi meditativa, el rock alternativo más introspectivo se desplegó en su máximo esplendor a través de sus músicos.
El setlist combinó la nostalgia y exploración, no solo vinieron los himnos del pasado, sino que también hubo momentos para piezas menos conocidas, como ‘Elephant’, ‘Welcome’, ‘Seafarer’, ‘Angry’ y ‘Frozen’, en su versión acústica. Aquellas llenaron el teatro con ese aire melancólico y contemplativo característico de Bôa.
En ciertos pasajes, la guitarra de Steve se entrelazó con el bajo de Alex para crear ondas sonoras que parecían ecos spanning décadas, acompañado por la mítica voz de Jasmine, envolvente y deslumbrante, fue el alma del show. A veces se sentía un poco tímida, pero se notaba esa conexión que se produjo con las personas del lugar, entre medio entregaba un par de palabras y recibía muchos elogios.
El balance entre guitarras eléctricas y momentos más acústicos fue impecable, se presenciaron momentos íntimos, calmados, algunos llenos de energía y otros un poco más “rockeros”, diferentes facetas a través de este viaje emocional.
Una de sus piezas emblemáticas, ‘Twilight’, dejó el escenario envuelto en una atmósfera casi mística, con un clímax emocional, dejando claro que son una banda que puede producir grandes sensaciones a través de la música.
‘Duvet’, su gran clásico y probablemente el momento más emotivo, la banda respondió con una versión que era a la vez fiel al original y ligeramente reinterpretada, como si estuvieran recordando ese tema con cariño, no solo para los fans, sino también para ellos mismos.
Al final, cuando todos pensaban que el show iba a terminar, la agrupación dio señales para consultar si podrían tocar una más, al ceder, comenzaron con ‘Anna Maria’, sorpresa inesperada que no estaba presente en el setlist y que dejó a varios contentos. Definitivamente, hicieron conexión con nuestro país.
El debut de Bôa en Chile fue más que un concierto, fue una misa simbólica, justa y necesaria. Definitivamente, este esperado debut, fue un gran logro para ellos y para los que estuvieron ahí, lograron reunir a una comunidad generacional y sensible en un mismo espacio. Dejaron claro que Bôa no es solo nostalgia, siguen siendo una banda muy relevante, con grandes músicos y una propuesta contundente.
No cabe duda que esto es solo un comienzo, hay varias razones para que puedan volver, la banda hizo una conexión con el país, es su nuevo hogar artístico, no solo como banda de culto, sino como puente entre su pasado y su renovada presencia en la escena alternativa latinoamericana.
Escrito por: Feña Schell
Fotos por: Hugo Hinojosa


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