Tras el apogeo del thrash durante los '80, tuvo una gran caída durante los '90 y la pasada por la peluquería de sus grandes estandartes, para terminar muriendo a principios de los 2000 con la llegada del nu metal y las bandas enmascaradas. Sin embargo, nada hacia presagiar que durante los últimos años, el estilo reviviría, atrayendo masas, y anoche quedó demostrado cuando Exodus repletó el Teatro Cariola, dando una clase magistral de thrash, velocidad y agresividad, con Gary Holt comandando y un Rob Dukes retornando a la banda para posicionarse como el mejor vocalista de la historia de Exodus.
La noche fue iniciada por Infernal Thorns, quienes sin mediar palabras, sin saludos, ni preparación alguna, pisan el escenario, suena un piano de fondo y patean la puerta sin mediar un previo aviso. Con un estilo cercano al death/thrash, golpearon a los asistentes que poco a poco comenzaban a llenar el Cariola. Totalmente comprometidos con el estilo, Su guitarrista se mandó un solo de guitarra con un floyd rose y una cerveza como slide, que recuerda los mejores tiempos de Hanneman (guardando las proporciones obviamente).
Incluyendo el sweep picking entre su arsenal, la guitarra líder de Infernal Thorns es un lujo de mirar y escuchar, respaldado por un baterista que no perdió ningún golpe de caja en el blast beat ni ningún golpe de bombo, el vocalista gritando como un animal y su guitarra siempre apoyando sin perder el filo, y un bajista lanzando cientos de notas por minuto. Una verdadera joya traída directamente desde Valparaíso.
Luego fue el turno de Terror Society, viejos conocidos de la escena que llegaban con una nueva alineación (al menos para mi), lo que generaba expectativas frente al sonido de la banda, sin embargo, hablar de Terror Society es hablar de una carta segura del thrash metal nacional. La banda nacional desde el minuto uno llegó golpeando con velocidad, con su chaqueta de cuero sin mangas clásica, junto a la flying V y sus alaridos perfectos para cada tema. Mención honrosa se lleva el baterista Víctor Carmona, quien se lanzó unos fillzasos... de maravilla.
El plato fuerte de la noche llegó un par de minutos antes de lo esperado, y con un Teatro Cariola ya repleto y ansioso de ver a Exodus, celebrando los 40 años de su ópera prima "Bonded by Blood" (1985), junto a su reintegrado vocalista Rob Dukes, rememorando el controversial disco "Let There Be Blood" (2008). Comenzaron a sonar viejas grabaciones de la banda, de Paul Baloff, para poner en contexto lo que sucedería, para luego dar paso a Holt y compañía, quienes entraron con Bonded by Blood, desatando la locura de la audiencia, agolpándose en la reja y moviéndote entre la muchedumbre que te mecía como una marea, presión que este pobre viejito no pudo aguantar y tuve que salir hacia un costado.
La locura continuó con temas como Exodus, And Then There Were None, la banda no dio descanso al público, transformando la gran marea en un moshpit absurdamente grande que se movía con una mentalidad de colmena. Solo se tomaron un respiro cuando Rob Dukes agarró una bandera chilena con un gran Exodus escrito, y la puso sobre la batería para quedarse ahí durante todo el concierto. Los clásicos siguieron cayendo, con un tempo más rápido y sonando más agresivos que nunca en la voz de Dukes, y apareció la primera bengala en A Lesson in Violence (al menos la primera que vi yo, porque dicen que hubo una apenas empezó el show, pero estaba luchando por sobrevivir así que no la vi), haciendo patente la energía altísima que había en el lugar, y como el público estaba completamente entregado al thrash de Exodus.
Luego de No Love, Rob Dukes se tomó un tiempo para saludar a la audiencia y recordar el contexto de este show, el 40 aniversario de "Bonded by Blood" (1985), diciendo "Bonded by Blood está cumpliendo 40 años y ustedes, malditos chuchesumadres se saben cada canción", agradeciendo a la fanaticada la asistencia, y por sobre todo la entrega, el sudor, y la pasión que se notaba tras cada canción. Durante el show hubieron momentos memorables, como el momento en el que Rob Dukes (que nivel de frontman, no me canso de decirlo) tocó la guitarra de Holt junto a su técnico, para darle tiempo al guitarrista de que se tomara un vasito de "chela!, o como cuando Dukes comenzó a jugar con el público gritando eeeeeeeeeoo! a lo Freddie Mercury, para pasar a golpear con Piranha, un temazo que remeció los cimientos del teatro.
Después de tocar Impaler, la banda se tomó un break a modo de término del show, para dar paso al extinto encore (y que bueno que se haya terminado eso de tener que andar llamando a la banda para que tome un par de temas más), en donde el mítico Tom Hunting, baterista de la banda, tomó el micrófono para decir que “nos encanta estar acá porque lo pasamos la raja, y ustedes también lo pasan la raja”, sentimiento que brotaba por cada poro de cada thrasher a guata pelada que giraba en el mosh, y que era recíproco con la banda que se entregaba por completo en el escenario. Antes de tocar sus últimos dos temas se lanzaron dos partidas falsas, tocando partes de Raining Blood de Slayer, y Motorbreath de Metallica, para golpear finalmente con The Toxic Waltz y cerrar con Strike of the Beast, en donde el público acompañó a la banda en moshpit gigante del tamaño de la cancha, y dos bengalas al aire para despedir a Exodus como se lo merece.
Pocos puntos débiles se pueden encontrar en el show de una bandaza como Exodus, quienes trajeron un setlist de lujo celebrando sus 40 años de su primer álbum más grandes éxitos del ayer y hoy, con un Gary Holt que cada día toca más sólido y más mejor, la manera en la que ambos guitarristas se distribuyen los solos con Lee Altus, a la usanza de las bandas clásicas del thrash de la bay area, de una manera exquisita, Tom Hunting en la batería que es una verdadera máquina, bestia, ídolo, crack, maestro, capitán de velero, capitán de corbeta y un larga etcétera, Kragen Lum amarrando a todas estas bestias con su bajo, y finalmente Rob Dukes, que no me cansaré de decirlo, y con todo respeto a la memoria de Paul Baloff, es por lejos el mejor vocalista de Exodus.
Para cerrar, me emociona mucho esta resurrección del thrash, y como anoche se vio a un montón de gente de 20 años, y muchas mujeres, ambas cosas que faltaban en la escena del metal y sobre todo del thrash, y gracias a los viejos vinagres, viudos del Manuel Plaza y Sala Lautaro, por permitir que la escena se vuelva a abrir y que estas bandas agarren un segundo aire, en conjunto con esta nueva camada de bandas hijas del thrash. No me queda más que esperar con muchas ansias el nuevo trabajo de Exodus, y estoy más que seguro que será un discazo. Gracias a Chargola por la invitación, como siempre.
Setlist
Infernal Thorns
Death Chants
Forsaken
Black Flesh
Christ Distressed
Serpents
A Death to Celebrate
Red Clouded Sky
Terror Society
Worlds Collide
Ashes of the Cosmos
The Chair
Lost Control
Hypocrite
My Last Days
Powerful Killer
Sins
Exodus
Bonded by Blood
Exodus
And Then There Were None
A Lesson in Violence
Metal Command
Deathamphetamine
Blacklist
Fabolous Disaster
No Love
Deliver Us to Evil
Piranha
Brain Dead
Impaler
The Toxic Waltz
Strike of the Beast
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