Nada hacía presagiar que Blondie será testigo del regreso de Sisters of Mercy, una noche llega de ritos, humo y resonancias oscuras. Chaquetas negras, los clásicos bototos y las míticas poleras de bandas góticas se hicieron presentes en el lugar. Mientras esperaban para el show, sonaban distintas canciones ligadas al misterio, terror, como si fuera una especie de previa para el ritual.
Cuando
el escenario quedó listo en semi penumbra, los murmullos se transformaron en
silencio reverente. De pronto emergió
la presencia enigmática de Andrew Eldritch, emergiendo desde las sombras. Se
sentía como una invocación, más que una entrada, luces bajas, siluetas, el eco primero de la caja de
ritmos (Doktor Avalanche) marcando el pulso.
El
inicio del concierto se construyó con cautela, desplegando piezas menos
llamativas al principio, casi como un susurro antes de la tormenta, no tardó en tomar vuelo. Temas como ‘Don’t
drive on ice’ o ‘Crash and burn’, provocaron
una explosión colectiva: las voces del público se alzaron, manos alzadas,
cánticos
que emergiendo con fuerza.
Las guitarras de Kai junto a Ben Christo, se mezclaba con la caja de ritmo, mientras la clásica voz de Eldritch se
tomaba la atmósfera del sitio. Cuando
bajaban las capas instrumentales, podían escucharse detalles, como
ecos, pequeñas guitarras, matices vocales,
que le daban textura al espectáculo.
‘Ribbons’, ‘I will call you’, ‘Eyes of
Caligula’ y ‘Alice’, presentaban guitarras filosas que retumbaron con fuerza, el público coreó cada verso,
mientras bailaban a la par de cada tema.
El sonido estuvo poderoso, la
crudeza terminó jugando a favor del clima industrial que rodea al grupo.
En 'On The Beach' y 'When I’m On Fire', el tempo bajaba para permitir
que cada nota respirara, para que la noche tomara pausas antes del golpe final.
El
encore fue una detonación esperada. Al volver al escenario, Eldritch y la banda
entregaron una secuencia de clásicos, ‘Lucretia My Reflection’, ‘Temple
of Love’, ‘This
Corrosion’. El público explotó, coreando desde el alma,
mientras el guitarrista Ben Christo. Esa tripleta final funcionó como epílogo catártico,
un cierre que sentenció la noche.
Fue una
noche inspirada en un libro de terror o un cuento gótico, con un inicio, clímax
y el mítico deselance. Sisters of mercy dejó en claro que siguen entregando su
música e historia al público. No era simplemente un concierto acabado:
era una ceremonia terminada.



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