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#Columna: Megadeth, el ascenso de una leyenda


El siguiente artículo fue escrito por un seguidor de nuestro instagram (@resistancezine):


Lo que comenzó como una humorada del Tío R en respuesta a un post, terminó con este extracto hablando de una de mis bandas favoritas o parte de ella. 

Hablar de Megadeth y Mustaine es como hablar de su génesis, Metallica… O los amas o los odias, no hay término medio. A estas alturas, estamos ante una institución del Metal, que en su segundo tiempo marco diferencias con sus archirrivales y elevó a su líder, Dave Mustaine al estatus de una verdadera leyenda.


A lo que nos convoca, es a revisar los últimos discos de la banda del Colorado. Para este punto, comencé a analizar los álbumes desde el retorno de Mustaine después de su lesión de brazo, de su bullado quiebre con Ellefson, hasta su última alineación que tiene músicos de primer nivel y que culminó con un Premio Grammy por el aclamado “Dystopia”. 


Comenzamos el análisis con el superlativo “The System Has Failed”. Este se esperaba como un disco Solista de Mustaine en el cual, por motivos de sello terminó como “el último disco de la banda”; este álbum se encarama como uno de los mejores de este milenio para la banda; un disco potente y técnico en cuanto a riffs y con letras desde lo personal con “Something That I’m Not”, “Of Mice and Men” y otras letras más afiladas como “The Scorpion”, “Blackmail the Universe”. La alineación contó con músicos de sesión cómo Vinnie Colaiuta y Chris Poland que hacen un trabajo impecable durante todo el disco.

Si hay algo que caracteriza a Mustaine , que lo diferencia de otros músicos y bandas es el de separar muy bien la amistad del trabajo, ya que para el trabajo, necesitas a los Mejores, tal y como lo explica en la Serie “Rock Icons”. Desde este punto viene una base estable de músicos que lo acompañaran lo necesario para mantener la capacidad de ejecución dentro de la banda. 


El paso del exitoso TSHF y de su gira que dio paso al DVD en Buenos Aires y de un Recital Inolvidable en el Court Central del Estadio Nacional; viene el siguiente “United Abomination” con la base de Hermanos Drover en Guitarra y Batería (este último estuvo casi 10 años) y de James LoMenzo en el Bajo. Si bien, este disco contiene esa mezcla de piezas potentes y rápidas con temas más técnicos; contiene muchos más temas que funcionan como relleno y/o en “Piloto Automático” como la versión innecesaria de “A Tout Le Monde” y de temas como “Gears Of Wars”, tema single y que es parte del juego del mismo nombre. Ahí es donde entendemos que el tipo sabe hacer de su banda, un negocio rentable, donde cada elemento se le saca el provecho suficiente. La gracia de este disco fue la correcta distribución de los temas y la producción de Andy Sneap. Los temas más cañeros están de entrada y de salida, destacando “Washington Is Next”, “Sleepwalker” al inicio y cerrando con los geniales “Burnt Ice” y “You´re dead”. De aquí en más se produce un cambio importante en el futuro de la banda; el reemplazo de Glenn Drover, de correcto desempeño, por el brutal y técnico Chris Broderick el cual pudimos ver en el Movistar Arena en el que, para mí, es el mejor recital que ha dado Megadeth en Chile el 2008 (junto al del SGL 2017). 


Un párrafo aparte merece el siguiente esfuerzo de la Banda, el disco “Endgame” de 2009. Ya con Broderick encargado de la guitarra, la banda logra el ápice con un disco demoledor de inicio a fin. Incluyendo los temas menos rápidos y técnicos, mantiene un peso y un fiato en todo momento. La gracia de este disco es en el conjunto que no te da respiro; más que por la unión de las canciones, es la intensidad impuesta en cada track. El inicio es apabullante con “This day we Fight” y “1,320” y “Headcrusher”. Cuando sacas el pie del acelerador te encuentras de nuevo con esas letras personales de “The Hardest Part Of Leating Go Sealed With a Kiss” y “The right to go Insane”. Acá me detengo y hago el alcance en este disco y el “System”. Si bien, los más fanáticos del Thrash, esperamos siempre los temas más Cañeros y llenos de riffs salvajes y pesados, en estos dos discos, las joyas están justamente en los temas más introvertidos y menos rápidos; a cada escucha y descifrando las letras de Mustaine tenemos verdaderas piezas que se quedan grabadas tal y como “In My Darkest Hour” o la original “A Tout Le Monde”.


La siguiente propuesta sonora de la banda es una regrabación de antiguos temas y una fijación supersticiosa el número 13. De aquí en más y en conjunto a su sucesor (Super Collider), Mustaine mete mano nuevamente al piloto automático y comienza a reciclar ideas de anteriores discos, sumado a esa comodidad de tener una banda casi estable ya con Broderick y Drover y el regreso de Jr al Bajo. Tener esa comodidad te hace arriesgar poco y eso en este negocio y en esta banda no es precisamente sinónimo de éxito. Lo más destacable de esta placa son los temas “Whose Life (Is it Anyways?)”, “Black Swan”, “Public Enemy N°1” y las rápidas “Fast Line” y “Sudden Death”. No es un disco malo, pero es exasperante no escuchar algo diferente a lo anterior. 


De “Super Collider” y de esa intención de Mustaine de hacer un nuevo “Cryptic…” queda en las ganas. Con un buen comienzo de “KingMaker”, “Burn” y “Built For War”, hay momentos olvidables como el tema homónimo y “The Blackest Crow”. Los siguientes “Forget to Remember” son destacables pero quedas con esa sensación de ya haber escuchado esto antes. El gran problema de esta placa es la mala producción del disco en comparación con las anteriores. 


Para este punto y con la salida de Drover y Broderick a su nueva Banda Act of Defiance. Nuevamente Mustaine sale de su zona de confort y con esa rabia característica es cuando mejor compone. Con músicos de la talla de Kiko Loureiro de Angra y Chris Adler (en ese entonces en Lamb of God), se despacha el increíble “Dystopia”… Un disco que busca más allá de los sonidos clásicos de Megadeth. El disco se aleja a 180° del sonido que venía haciendo la banda, pero sigue sonando a Megadeth. Cada tema presenta una intro épica, con personalidad propia. A diferencia del “Endgame” que se disfruta en su conjunto, acá cada tema es un viaje por sí solo; una batalla de riff, de solos de una lírica punzante. La producción sube considerablemente con un sonido impecable y con una voz muy bien tratada en estudio. No es tan rápida como uno espera, pero el peso que tiene es consistente con una base rítmica Adler/Ellefson que acompaña a todo el disco y permiten que las guitarras se luzcan a destajo entre Kiko y Mustaine. A estas alturas y sin desmerecer el trabajo de la última placa, el Grammy es más un premio al esfuerzo de una banda y un músico que sabe ir más allá, que busca en el riesgo y en la rebeldía su negocio, que sabe que esto no se maneja con amigos, sino con buenos profesionales.

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Artículo escrito y enviado por: Cristian Zúñiga Videla

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