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#DeCulto - "Symbolic": Belleza en la muerte


   Si acaso existe una agrupación que supera todo tipo de fundamentalismo en torno a su música es Death. O mejor dicho, la mente de Chuck Schuldiner siempre se enfocó en algo más grande que una etiqueta o un sonido determinado. En los '90, a casi una década de su formación y con 5 LPs a su haber -todos obligatorios en cualquier colección metalera que se respete-, el conjunto de Florida se manifestaba como una revolución que dejó perplejo, en un comienzo, hasta al metalero más radical. No era para menos: luego del Death Metal primitivo de los inicios, el cambio de ruta a través del excelso "Human" (1991) marcó un hito en el desarrollo del género, una evolución que, contra todo pronóstico, dio frutos y obtuvo una gran recepción por parte de los fans y la crítica especializada que no dudó en caer rendida a sus pies.

  Haciendo un paralelo con Led Zeppelin, "Human" se equipara al cuarto album de los ingleses (1971) por tratarse del que muchos denominan su placa definitiva. Al igual que Page/Plant/Bonham/Jones, Chuck Schulldiner supo hacerse de una formación de primer nivel e inauguró la década del '90 con un trabajo que definió el camino a seguir hasta el final "The Sound Of Perseverance" (1998). Si el disco del '91 ofrecía experimentación, conceptos profundos y experticia técnica de alta factura, el siguiente "Individual Thought Patterns" (1993) continuaba la senda pero con más rabia y vehemencia, con nombres de la talla de Andy LaRoque, Gene Hoglan y Steve DiGiorgio integrando las filas de un combo que, pese a la inevitable asociación con el estilo en cuestión, no sabía de 'imposibles' en su propuesta cada vez más elevada y, sobretodo, honesta.

   1995 sería el año en que -nuevamente haciendo el paralelo con Zeppelin- verá la luz su sexto trabajo en estudio, una mezcla entre madurez y revolución pocas veces certera desde su concepción, lo más cercano a un "Physical Graffiti" metalero. Nos referimos a "Symbolic", para muchos EL disco de Death por excelencia y, por derecho propio, un clásico del Metal de los '90, en especial para quienes fuimos niños y adolescentes en esa época. Para quien escribe esta reseña, los años de Enseñanza Media, con los cassettes pirateados desfilando en el querido Walkman Sony -grabados de la radio y/o del CD original del compañero de colegio que se compró el disco original- incluye a Death en su banda sonora, y "Symbolic", desde hace dos décadas, se mantiene fijo ganador a la hora de confeccionar el playlist en cualquier formato.

   Como señalábamos al principio, Death era una entidad en constante (r)evolución, lo que implicaba numerosos cambios de formación para dar con la sonoridad planificada por Chuck, un genio autodidacta que, antes de saber tocar una nota, siempre quiso ser guitarrista en una banda. En este caso, debemos situarnos en 1995, año determinante para el Death Metal ad portas de una serie de cambios y novedades que pondrán a prueba la vigencia del estilo más allá de la popularidad. El Death Metal europeo -en especial, la poderosa armada sueca- imperaba como novedad y recambio inmediato, por lo que la mirada de Chuck apunto directamente hacia esas latitudes. Si los anteriores "Human" e "Individual..." provocaron un fuerte movimiento telúrico en los dogmas propios del estilo, "Symbolic" debía justificarlo y, de paso, despejar toda duda en torno a la ética inquebrantable de Death.


La formación que acompañaría a Chuck durante este capítulo incluiría el nombre de uno que se repite el plato: Gene Hoglan, baterista de los thrashers Dark Angel durante los '80 y cuya labor en "Individual..." -sobresaliente en su totalidad- le valió mantenerse en las filas de Death para la opus del '95. Su compañero en la base rítmica será el bajista Kelly Conlon, reconocido también por su paso en Monstrosity, nombre obligado para todo seguidor del Death Metal químicamente puro. Y en la guitarra, el nombre de Bobby Koelble marca un precedente inédito al tratarse de un músico de sesión y más ligado a la docencia y la fineza del jazz que a las giras y el Metal Extremo. Por ende, y con todo el carrete acumulado durante más de un lustro de actividad, el oído de Chuck al momento de reclutar a sus compañeros de ruta daba cuenta de una precisión quirúrgica propia de los genios en vida.

   El riff inicial del corte que titula el disco -una vez que lo escuchas, se impregna en tu mente de manera inmediata, cual "Smoke On The Water" o "Paranoid"- da cuenta de un nivel creativo que no para de trascender por su propia naturaleza. La actitud progresiva con que Death juega y despunta en su propia liga, no hace más que corroborar los principios bajo los que la música fluye y se erige con grandeza intrínseca. La producción a cargo de Jim Morris le da un toque cristalino a la placa en su totalidad, así como impulsa a los de Florida a forjar su propia identidad en base a la evolución en todo aspecto. Lo que venía insinuando con fuerza en los dos trabajos anteriores, en "Symbolic" se vuelve un hecho: Death ya no suena a Death Metal como sus colegas de generación, sino a Death como tal. Desde el comienzo podemos notar la gran virtud de toda obra maestra respecto a las etiquetas y el sexto disco de Chuck y cía lo grafica en cada surco.



  Si el track de apertura -clásico del género desde su concepción- era sinónimo de riesgo y vértigo en cada línea, la siguiente "Zero Tolerance" nos mete de lleno en este período de excelencia y creatividad de primer nivel. Con la batería de Gene Hoglan entrando en primer plano -la influencia de Dream Theater, admitida por el propio Chuck en su momento, determinante para comprender esta etapa-, la música adquiere y proyecta categoría a chorros, reafirmando la sutileza con que Death registra su huella en el Metal en su totalidad. Con la dupla Schuldiner-Koelble desplegando todas sus credenciales en el estudio, "Symbolic" se gana de inmediato el rótulo de 'obra maestra', sin cuestionamiento que valga. Cuánta clase en el amanecer del álbum, en menos de un tercio recorrido.

  La poesía dolorosa de "Empty Words" constituye un deber para la humanidad como prueba de su consciencia ante la realidad cotidiana. "En un precioso mundo de recuerdos, nos encontramos recluidos", más claro echarle agua respecto a la visión de Chuck sobre la nostalgia y el vivir atrapado en ella sin valorar el presente. Musicalmente, uno de los pasajes más ricos en su esencia y forma, con Gene Hoglan despachándose un trabajo en antología en los tarros. Que Devin Townsend convocara al corpulento baterista para sus proyectos posteriores a Death, habla suficiente respecto al genio creativo del "Neil Peart del Metal Extremo", un fanático de Rush que, durante su etapa en Dark Angel, se dio el lujo de aportar como escritor, al igual que su mentor.

  El groove arácnido con que "Sacred Serenity" teje su telaraña, un placer para todo amante de la buena música, incluso más allá del Death Metal. No solo destaca el papel de Gene Hoglan como eximio baterista; el bajo de Kelly Conlon contribuye al ensamblaje con una solidez rutilante y una presencia que en la siguiente "1.000 Eyes" marca el peso de la muralla sonora con que Death avanza sin que nada ni nadie pueda evitarlo. Metal progresivo en estado puro, música pesada con matices doctos, pero sin perder un ápice de su humanidad. Por cierto, el fade-out del final con Hoglan dándole al doble pedal como si le fuera la vida en ello... ufff!

   "Without Judgement", pese a no ser una pieza popular, resulta un deleite para los amantes de la etapa pre-Human, pero siempre con la brisa refrescante que hace de "Symbolic" un trabajo aún vigente tras su lanzamiento hace más  de dos décadas. Al mismo tiempo, un breve momento para respirar profundo y adentrarnos en el galope épico de "Crystal Mountain", un infaltable en el repertorio de Death y favorito de la masa menos ligada al Death Metal. Poco antes del estallido del Power Metal europeo, Chuck Schuldiner reivindicaba a su manera los valores del Heavy Metal clásico y los amoldaba a su propuesta, dando cuenta de una mente creativa a la altura de su vocación de explorador incansable. El gen de Iron Maiden reluce con peso propio y, a la vez, marca un punto de encuentro entre los fans del Metal, y la buena música en general, sin distinción de etiquetas ni nichos. Metal puro, vanguardista y aventurero, apuntando siempre a lo alto.

 La caña death-thrasher de "Misanhtrope" nuevamente evoca los viejos tiempos con su vibra repleta de veneno y peligro, al mismo tiempo que abre un vórtice hacia otra dimensión pasados los dos minutos; cuántos momentos pueden ocurrir en una sola canción!. Tal como el Heavy, el Thrash Metal resurge desde las arenas del tiempo para recordarnos que no es una moda ni lo será. Por eso los amantes acérrimos del género -me incluyo- adoramos a Chuck Schuldiner: nadie hizo tanto por el Metal en todas sus ramas como él. ¿Qué sería del género en los '90 sin su último gran genio? No hay que ser fan para valorar un legado cuya trascendencia es comparable a la de Led Zeppelin en el Rock, The Beatles en la música popular y Nirvana en la adolescencia de los turbulentos años '90. Me hago cargo de mis palabras.

  Rematando la placa, la más extensa y netamente prog "Perennial Quest",  con el genio de Chuck y el trabajo de sus tres compañeros de travesía inventando la vida y dándola en cada nota, con una soltura conmovedora. Cada track que compone "Symbolic" es una película, un mundo con su propia atmósfera, un relato onírico que se vuelve tangible en un abrir y cerrar de ojos, al punto de que la portada dibujada por René Miville pareciera cobrar vida y observarnos desde su inexpugnable territorio. Las palabras sobran ante tamaña muestra de calidad total, prueba contundente de lo que la mente de Chuck podía procrear hasta más allá de lo imaginado en el Metal hasta entonces.

  El éxito de "Symbolic" fue inesperado, en una época en que el Death Metal "made in USA" empezaba a declinar su popularidad y los tiempos demandaban un constante cambio. Con la oleada europea al frente, Chuck se dio cuenta respecto al futuro inmediato y el nombre de Death se situó a la altura de sus pares del viejo continente. A la vez, la influencia de la mítica banda de Florida fue decisiva en la identidad sonora y artística de una escena más ortodoxa y fiel a sus valores sin descuidar el sentido revolucionario de la música.

   Pronto cumplirá un cuarto de siglo y el sexto LP de Death se mantiene en plena forma y actual como en su aparición en las disquerías. A diferencia de una mayoría que terminó resignada a una determinada era, Chuck Schuldiner se la jugó por preservar sus ideas y ampliar la mirada hacia otros recovecos, dándole al Metal un sentido que va más allá de la estética y los dogmas de siempre. "Las heridas abiertas exponen la importancia de nuestra inocencia, un máximo que nunca se puede comprar o vender", reza el track que le da nombre al álbum. Algo tan simple de entender dentro de un laberinto mental como el del recordado Chuck. He ahí el secreto de la belleza que brilla en un entorno de muerte y dolor, la identificación del hombre común con algo tan cotidiano como angustiante por naturaleza.


Escrito por: Claudio Miranda

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