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#LiveReview Belphegor + Nargaroth: "Embajadores del Infierno"



El Black Metal en su forma más pura genera, a nivel local, una recepción proporcional a la de los protagonistas que amenizaron el ritual de la noche del sábado 10 de Marzo en el Club Blondie, con una inmensa minoría respondiendo al llamado encabezado por dos potencias del género a nivel mundial, como lo son Belphegor y Nargaroth, ambas agrupaciones que han cimentado durante más de dos décadas el camino hacia el infierno, o más bien, la puerta hacia los vestíbulos de Lucifer, donde la lujuria, la maldad y la muerte son valores primordiales para quienes reniegan del Paraíso prometido por el Dios judeocristiano. Sin embargo, las sensaciones son encontradas, en especial si hablamos de una agrupación como Nargaroth, cuyo regreso a nuestro país luego de su accidentado debut en 2015 pareciera haber repetido, aunque en menor grado, ciertos patrones que, de alguna manera, empañaron el comienzo de lo que pudo ser una presentación de primer nivel, lo que ahondaremos más adelante.

Puntual, a las 19 horas, los nacionales de Straight Terror se encargaron de inaugurar el ritual presentando una selección de los mejores momentos de su LP “Between The Lies” (2017), placa repleta de un Thrash Metal tan iracundo y directo como ambicioso en su dirección musical. Desde el puntapié inicial con “Blind Witness”, el cuarteto desplegó toda su artillería a unte un, en se momento, escaso público que respondió con el debido respeto aunque sin el entusiasmo propio del género mencionado. De todas maneras, y a pesar de alguno que otro problema técnico que, por ejemplo, entorpeció el inicio de “Inferno” –de esos coros cuya simpleza es proporcional a la ira con que los asistentes conectan de manera natural-, la banda no sacó la tarea adelante, sino también se dio el placer de dedicar “You All Shall Die” a toda la clase política y eclesiástica que  manipula los hilos de este país. Gran presentación, aunque el choque entre la aspereza del Thrash y el mundo subterráneo del Black quedó en evidencia.


Poco antes de las 20 horas, llegaría el turno de Nargaroth, el alter ego de Ash –quien adoptó su seudónimo actual hace una década luego de presentarse como Kawul-, el hombre detrás de esta maquinaria de Black Metal que, no obstante, nos dejó con un sabor extraño al comienzo del espectáculo. Es cierto, ha pasado que ha habido que probar sonido delante del público cuando los horarios y la logística no acompaña, pero…Probar sonido, iluminación y parafernalia con el público abarrotando el lugar al punto de realizar una ‘falsa partida’, nos parece poco profesional de parte de una agrupación con dos décadas de trayectoria. Todo aquello terminó entorpeciendo el potente inicio con “The Agony of a Dying Phoenix”, corte perteneciente al reciente LP “Era Of Threnody” (2017). Pero la banda no perdió su tiempo y, de inmediato, “Whither Goes Thou” cayó como bomba, sin dar tiempo a ningún saludo. No hay tiempo que perder, ¿no querían Black Metal? Bueno, aquí lo tienen.
“Conjunction Underneath the Alpha Wheel y la ya clásica “Black Metal ist Krieg” nos muestran una banda que nos ofrece, certeramente, una puesta en escena donde Ash es el protagonista absoluto, secundado de manera brillante por los guitarristas Charoon y Thorn, ambos responsables de generar la hemorragia sonora con que los alemanes imponen sus términos en favor de la desolación humana. Por supuesto, una desenfadada versión de “War” –original de Burzum- marcó la nota “disonante” en medio de toda la metralla implacable con que Nargaroth ha sabido ganar su reputación como una de las agrupaciones que encarna los principios del Black Metal hasta la médula. Bien de aquello lo sabe Ash, cuya puesta escénica y desempeño vocal podría marcar la frontera entre lo real y lo cliché, pero siempre a su estilo. Y precisamente lo que nos recuerda Nargaroth en vivo es que el Black Metal es una actitud de vida y muerte que no da espacio a puntos medios, como pudimos apreciar en “Possessed by Black Fucking Metal”, “Seven Tears are Flowing to the River” y el doblete final con “Hunting Season” y “Black Blasphemic Death metal”, todas muestras irrefutables de algo que sobrepasa lo musical y le da prioridad a aquello con que se debe sentir y vivir el género en cuestión: con las tripas. Excelente cierre para una presentación que perfectamente pudo tener un mejor comienzo, algo que se exige en un estilo de la envergadura del Black Metal químicamente puro.


A eso de las 21 horas, y con una escenografía donde destacaba el logo de la banda al fondo y una cruz invertida en cada extremo del escenario, los austríacos de Belphegor nuevamente desplegaron su arsenal de Black Metal con marcados tintes Death, marcando una gran diferencia con la banda anterior y, de paso, llevando a cabo una puesta en escena imponente en todas sus líneas, todo aquello desde el aplastante inicio con “Santus Diaboli Confidimus”, cuya intro espectral fue una clara advertencia sobre lo que se nos vendría durante los próximos 90’. Y es que el poderío con que Helmuth y Serpenth ejercen el comando de su legión infernal es incuestionable ante toda crítica existente y por haber. Por supuesto, la mención al baterista Ravager –quien ocupa, por el momento, el lugar del recién salido BloodHammer- y el guitarrista Impaler es obligatoria para entender el ensamble con que Belphegor se mueve para sembrar la mortandad entre quienes se expongan a su poder destructor. Luego del potente comienzo, llegarían Totenkult – Exegesis of Deterioration y “The Devil’s Son”, ambas pertenecientes al actualmente promocionado LP Totenritual, uno de los lanzamientos más destacados de la temporada pasada. Sin embargo, en el primer track mencionado, el micrófono de Helmuth comenzó a sufrir notorios problema técnicos, lo que implicó interrumpir por unos segundos la presentación de los austríacos para arreglar el entuerto y, así, ofrecer un espectáculo a la altura de lo que merecían quienes estábamos presentes en un recinto a medio llenar. Importante destacar el profesionalismo con que los austríacos, una vez resuelto el problema, retoman su propósito sin que nada ni nadie los detenga.

“Belphegor – Hell’s Embassador”, “Swinefever – Regent of Pigs”, “Totenbeschwörer”, “Stigma Diabolicum”, el medley compuesto por “Conjuring the Dead” y “Pactum in Aeternum”, “Lucifer Incestus”, “Baphomet”…todas una por una esparciendo terror y tormento a niveles monstruosos, reforzado una iluminación que jugó un rol protagónico de vital importancia. Es más que claro: el Black Metal puede ser el más horroroso de los espectáculos musicales, al punto de volver realidad la peor de nuestras pesadillas como solamente los grandes del género han sabido transmitir. Y una vez finalizado el set regular con “Gasmak terror”, el remate con “Diaboli Virtus in Lumbar Est” coronaría lo que fue una muestra de profesionalismo y calidad más allá del ritual y la sangre derramada en favor de las divinidades paganas.
Como mencionábamos al comienzo, las sensaciones son encontradas si tomamos en cuenta las diferencias entre una agrupación que comenzó su show de manera bastante rara, por decirlo menos, y otra que, pese al problema técnico en cuestión, se esmeró en hacer de su presentación una experiencia para quienes vibra, mueren, matan y blasfeman en nombre de Lucifer, Belcebú, Satanás o como quieran llamarlo. De todas maneras, todo puede pasar lo mejor es atenernos a todo tipo de posibilidades en este tipo de ceremonias donde la fórmula DYI (“do it yourself”, “hazlo tú mismo”) puede marcar diferencias, unas más abismales que otras.


Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Tay Martinez
































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