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#LiveReview: Incantation en Chile "Masacre Impía"


Hubo que esperar alrededor de una década (2007, para ser exactos) para el regreso de una de las agrupaciones más icónicas del Death Metal reinante durante aquellos extremos y putrefactos años noventa. Aquella ocasión (la segunda luego del histórico debut en 1998 en un festival que reunió en nuestro país a referentes de la talla de Death, Cannibal Corpse y nuestros Dorso), prometía ser un momento especial debido a la presencia de Funerus, la banda donde el eterno John McEntee comparte roles junto a su esposa Jill, pero una serie de problemas en la organización del evento derivaron en un show accidentado y obligadamente reducido respecto a lo prometido por la misma producción. En gran parte, se pudo percibir lo ocurrido la noche del Viernes 23 de Septiembre en Club Kmasu como una suerte de reivindicación con los fans nacionales que repletaron anoche el recinto ubicado en calle Blanco Encalada, pero sería injusto remitirnos solamente a eso, sabiendo que, sin ser salameros, el Death Metal a nivel local no es solamente un estilo musical imperante, sino más bien una institución a cuyos pioneros coterraneos -Pentagram, Atomic Aggressor, Sadism, Torturer, Undercroft- les debemos también la evolución y desarrollo de una escena cada vez más fuerte y consolidad luego de más de dos décadas.


  Alrededor de las 21:45 los fuegos se abren de la mano de Magnanimvs, agrupación con poco más de 15 años de carrera y, a estas alturas, referentes del Death Metal nacional en su vertiente más blasfema y cruda. Con un LP que, por estos días, cumple una década, “Storms of Chaotic Revelations”, el cuarteto nos e guardó nada y desplegó todo su arsenal de riffs provenientes del averno, mediante cortes descarnadamente demoledores como ‘Storm Of Abomination’, ´Infamous Race’ y ‘Aeonic Implosion’. Death Metal en su estado más puro, la putrefacción del ser humano hecha música. Correcta presentación, a pesar de los problemas de sonido que, por momentos, superaban los límites de la saturación.


  Poco después llegaría el turno de Godless, cultores de un Death Metal más orientado al nihilismo puro y la supremacía de la oscuridad. Con su EP titulado “Sic Luceat Vacuum Nostrum”, editado en febrero de este año, el combo originario de Talca saca a relucir toda su efectividad en vivo, aunque con más de algún traspié técnico. Si bien el sonido mostraba algunas mejores respecto al número anterior, tanto Rod Fockale (guitarra) como Gioser Nasare (bajo) tuvieron que lidiar con una serie de problemas sobre el escenario con sus respectivos instrumentos en plena interpretación, pero la presencia de V.D.A. Irrenemidis y su desplante como uno de los mejores frontman de la escena extrema nacional permitieron salir adelante ante el cada vez más numeroso público que ingresaba al local.


  A eso de las 22:50, la espera de 9 años llegaba a su fin apenas tomaba posiciones la banda liderada por el histórico John McEntee, personaje fundamental de un género que no solo se niega a transar sus principios; también los reafirma con una fuerza cada vez más descomunal. Su trabajo más reciente, “Dirges of Elysium” (2014) se encargó de disipar toda duda respecto al buen estado de salud del que goza un género que se debe plenamente a los fans y, por supuesto, a referentes como el músico originario de Johsntown renovando una fórmula sobrehumana cuando se trata de ejecución.

  El comienzo con ‘Carrion Prophecy’ desató la euforia general, mientras el cuarteto exudaba pura energía destructora mediante esos riffs provenientes del mismo infierno. Tras cartón, la ráfaga de ‘Ethereal Misery’ se encargaría de causar todo tipo de estragos posible, con el baterista Kyle Severn dando cuenta de sus virtudes técnicas, cual máquina asesina. En solo dos canciones, los neoyorkinos dejan claro que esta noche es de ellos y nadie saldrá ileso.


  Luego del salido inicial por parte de un eufórico y sonriente McEntee, ‘Lead To Desolation’ le hace honor a su nombre, con el moshpit ya armado, desatando la carnicería. Algo similar podemos afirmar de ‘Oath To Armageddon’, con el icónico John McEntee encargado de comandar esta batalla donde la sangre es derramada –y salpicada- por litros. En caso de sobrevivientes, ‘Bliss Bloodshower’, totalmente en ‘plan Napalm Death’ se encarga de ponerle el tiro de gracia a cualquiera que se atreva siquiera a pensar que eso sería todo.

  ‘Obelisk Reflection’, ‘Nocturnal Dominium’ y ‘Vanquish In Vengeance’, una tras otra, permiten apreciar el excelente fiato entre los cuatro músicos sobre el escenario, cuyos desempeños técnicos nos llevan a preguntar el cómo es posible que existan seres humanos capaces de componer y ejecutar algo tan brutal, incluso dejando atrás en ese aspecto a muchos de sus compañeros de generación hoy más aventajados. Para los de la vieja escuela, ‘Unholy Massacre’, original de aquella obra maestra llamada “Onward To Golgotha” (1992), significa un tanto un regalo como un premio a los largos tiempos de espera que han pasado desde el debut en 1998 y pasando por la primera visita como headliners en 2007. 


 ‘Once Holy Throne’ y ‘Dominant Ethos’ son la prueba de que, a pesar de los años, el viejo y el nuevo Incantation poseen la misma virtud por igual: el no haber transado jamás su propuesta sonora, mientras algunos de sus colegas de generación más afamados no se molestaban en tomar distintos rumbos, para bien o para mal. Y el solo hecho de que John McEntee dedicara ‘Demonic Incarnate’ a nuestros próceres de Pentagram nos deja en evidencia de que su condición de leyenda no mermará en lo absoluto el corazón de fan que todos tenemos, esta en esta latitud o cualquier otra del planeta. Para rematar el set inicial, la aclamada ‘Impending Diabolical Conquest’, con la pareja compuesta por McEntee y Sonny Lombardozzi dibujando un lienzo de muerte y dolor en cada riff y nota ejecutados, mientras la sociedad rítmica de Kyle Severn y el bajista Chuck Sherwood pareciera que interactúa de manera telepática entre todo ese mar de ‘ruido’ proveniente de el infierno descrito por el mítico H.P. Lovecraft en sus narraciones. Para el encore: ‘The Ibex Moon’, la emblemática ‘Profanation’ y ‘Nocturnal Kingdom of Demonic Enlightenment’, una tras otra con el cuarteto proveniente de Pennsylvania descargando los últimos cartuchos hasta no quedar sobreviviente alguno.

   Incantation se despachó la que, al menos para quienes han estado las tres veces, ha sido su mejor presentación. La espera fue larga, pero al menos John McEntee debe estar satisfecho luego de esta masacre impía, donde el respeto a las creencias y la devoción religiosa fueron sofocadas brutalmente en manos del Death Metal, un género que, luego de más de tres décadas, goza merecidamente de su condición como estilo de vida –y de muerte, obviamente-. Las sombras del Antiguo Imperio hicieron de las suyas en esta tercera visita donde no quedó otra opción que someterse ante la conquista diabólica.


Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolas Soto

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