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#LiveReview: Brujeria "RITMOS SATÁNICOS CON SABOR A PLOMO"

  
Desde su primera visita hace una década (2006, Teatro la Cúpula), la reputación de Brujería sobre el escenario genera un efecto similar a tratar con material químico altamente inflamable. Para los seguidores del combo liderado por su robusto y enmascarado líder Juan Brujo, cada presentación consiste en un ritual satánico en el cual la sangre, el horror y el odio hacia el imperialismo global y político impuesto por 'potencias' como EE.UU conforman un discurso que no conoce de barreras ni nacionalidades. Sobretodo cuando, en la actualidad, ad portas de las próximas elecciones presidenciales en el país gigante de Norteamérica, un multimillonario llamado Donald Trump genera publicidad y adeptos gracias a sus políticas extremas contra México y, está claro, toda América Latina. Por lo tanto, esta gira se pude calificar como necesaria para manifestar el repudio ante lo que significaría la llegada a la Casa Blanca de un tipo cuya ideología es tan fundamentalista como la del régimen talibán imperante en naciones como Irak y Afganistán. Y en ese aspecto, el Metal Extremo pude ser un canal efectivo para expresar ese descontento que abarca todas las latitudes existentes.
   

Yendo de lleno a lo que nos concierne, hay que destacar la puntualidad milimétrica con que se dio inicio a la jornada (a las 20 horas en punto), de la mano de los históricos Slavery. Con poco más de dos décadas en la carretera, el grupo liderado por Francoise Tapia (guitarra) y el retornado baterista Jimmy Ponce (el único integrante fundador de la alineación actual y componente de otras agrupaciones referentes como Criminal en los '90) se despachó un set que, en solo treinta minutos, abarcó sus dos LP en estudio, de la mano de cortes como 'No More', 'Hidden Behind' y 'Fucking Religion', a la vez que pudimos apreciar el estreno de dos nuevos y demoledores tracks que formarán parte de su próxima placa en estudio, como pudimos apreciar a través de 'Accursed' y 'Temptations'. Pese al escaso público presente en el recinto y los constantes problemas de acústica, Slavery hizo valer su historia enfocándose en el presente gracias a una puesta en escena que dio cuenta de una experiencia en que los logros y las dificultades van de la mano.


   El reloj marcaba exactamente las 20:45 cuando llegó el turno de nuestros queridos Recrucide. Y es complicado apartar el afecto a la hora de ser objetivos,  sobretodo si hablamos de una agrupación cuyos componentes conforman una masa de energía devastadora cual bomba nuclear. Desde el comienzo con 'Death Confession' hasta la puñalada en la yugular de 'The Art Of Crime', el set despachado por el cuarteto nacional dio cuenta de una propuesta forjada y consolidada en base a constancia, impecable dominio técnico y actitud, reflejado aquello último sobre el escenario durante pasajes notables como 'Hipocrita' (dedicada 'con cariño' a la Iglesia Católica y sus 'dignos' y 'correctos' sacerdotes) y 'Uncontrolled', fiel reflejo de una máquina que posee la capacidad de tirar los hilos del caos constante con precisión y fuerza sobrecogedoras. No obstante, cuando los problemas de sonido se hacen presentes, una fórmula tan compleja como extrema puede naufragar bajo esas condiciones, pero es precisamente en esas situaciones cuando el profesionalismo y la actitud bastan para sobrepasar esos obstáculos. Media hora bastó para que Recrucide dejara en claro que su propuesta no conoce de ninguna clase de límites dentro del Metal Extremo a nivel local y, por qué no, internacional.

  Antes de continuar, desgraciadamente es imposible pasar por alto los incidentes que se produjeron afuera del Club Kmasú, en plena presentación de Recrucide. El afán de ciertos personajes por entrar 'gratuitamente' provocando una avalancha que, por suerte, no pasó a mayores, una vez más marcó el punto negativo de una jornada en la que se respiraba toda una fiesta. Una fiesta que estuvo a punto de ser empañada 'gracias' a un puñado de delincuentes (las cosas como son, hablamos de un hecho delictivo, por donde se le mire) que, por acciones como la de anoche, perjudican seriamente lo que es la producción de eventos donde la música es lo que importa por sobretodo. Por culpa de unos pocos que solo quieren 'figurar' y pasan a llevar la integridad de los demás con tal de entrar 'gratis' (los infaltables 'antisistema' que le dan de comer al propio sistema), el perjuicio nos afecta a todos quienes realmente amamos la música. Lamentable.


   Luego de los incidentes producidos afuera del recinto, el cual se encontraba repleto a eso de las 21:30 horas, se apagan las luces al mismo tiempo que suena la clásica intro con el discurso de Pete Wilson (el candidato a Presidente de los EE.UU., representado originalmente en la voz de Jello Biafra) que da paso a 'Raza Odiada (Pito Wilson)', el corte que da inicio y título al crudo y sangriento trabajo editado en 1995, con el cual se desata la locura. La estampa robusta de Juan Brujo (el hombre del inconfundible vozarrón), secundado por su inseparable y también robusto hermano Pinche Peach genera tanto euforia como también respeto entre quienes saben perfectamente del compromiso con su discurso social y cultural graficado en lo directo y sangriento de sus letras. Obviamente, nada de esto es posible sin la participación de músicos especializados en todo lo que refiere a sonidos extremos, por lo que, más allá de la reacción de los fans, también fue posible apreciar las cualidades técnicas y escénicas de una alineación compuesta por El Cynico (Jeff Walker para las presentaciones 'formales') en las cuatro cuerdas, el guitarrista Aa Kuernito,y el baterista Hongo Jr (quien no es otro más que Nicholas Barker, con pasado en Cradle Of Filth y Dimmu Borgir, actualmente en Lock Up). Con una formación de esta magnitud, cortes como el himno 'Colas de Rata' y 'La Migra (Cruza la Frontera II)' no tardan sembrar la mortandad entre el público. Desde el comienzo queda claro que la intensidad no menguará ni por un segundo hasta el final.


  Luego de la descarga furiosa y amenazante de 'Hechando Chingazos', se produce la aparición de la atractiva y muy querida Pititis, cuya sola presencia se hizo notar como la más violenta de las erupciones volcánicas. Es increíble la química generada sobre el escenario, lo que para el fan de Brujería, más allá del constante 'headbanging' y la centrífuga generada por el mosh, es un placer al momento de referirnos al espectáculo, como se pudo apreciar en pasajes como 'Vayan Sin Miedo', 'Ángel de la Frontera' y 'Sida de la Mente'. Por supuesto, en un concierto de Brujería el protagonismo se lo reparten, equitativamente, la banda y el público. ¿Alguien podría dudar de la comunión generada en 'El desmadre'? Lo que muchos ven como violento y caótico, consiste en un pasaje que refleja la merecida popularidad de una agrupación entre sus fieles seguidores, los mismos que ven en la música de Brujería una forma de desahogo y denuncia sin ninguna clase de censura o tabúes. El groove bailable de 'Marcha de Odio' y el ritmo marcial de 'Brujerizmo' se hacen sentir de manera certera, permitiendo apreciar, al mismo tiempo, la juventud refrescante una sociedad rítmica que cumple, con brillante precisión milimétrica, su trabajo. Lo de Aa Kuernito, mientras tanto, sobrepasa todos los rangos de efectividad y fuerza conocidos.


  Casi sin parar se dejan caer seguidos 'No aceptan imitaciones', 'Anti-Castro' (dedicada al pueblo cubano que aún vive bajo el régimen castrista luego de más de medio siglo), 'Revolución' (Juan Brujo imponiendo su autoridad con machete en mano, ¡notable!), y 'División del Norte', cortes que conformaron un set cuyo propósito destructivo se cumplió a cabalidad. Finalizando el set regular, una versión imponente de 'Consejos Narcos', con el público cantando con puño en alto, incluso adueñándose de los coros para complacencia de Juan Brujo, un tipo cuya condición de misterioso frontman muta progresivamente al de la figura de revolucionarios históricos como el Subcomandante Marcos (antiguo y controvertido líder del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, por quien Juan Brujo profesa admiración pública, al punto de inmortalizarlo en la portada del recordado y siempre polémico "Raza Odiada"). Como dijimos antes, la música Metal puede ser utilizada como un canal de expresión y denuncia ante las injusticias bajo las cuales vivimos sometidos a diario. Juan Brujo lo sabe de sobra y sus fans lo perciben de manera natural. Compromiso a muerte con un discurso que traspasa fronteras y generaciones.


  Luego del set regular, el remate final llegaría con el groove 'mala leche' de 'La Ley del Plomo' y la crudeza extrema de 'Matando Güeros' (track que le da nombre al LP debut de 1993), coronando una presentación que, en poco más de una hora, dejó satisfechos a toda una horda de fans hambrientos de crudeza y 'gore' en su máxima expresión. Y finalizando como una especie de 'bonus track', mientras los roadies desarman los equipos y la banda se retira, Juan Brujo permanece solo en el escenario mientras suena de fondo la pista de 'Marijuana' (se notó perdido en algunos versos), hasta que el robusto cantante enmascarado se retira en medio de la ovación de sus fans, los mismos partícipes de una fiesta que, salvo por los incidentes ocurridos afuera del local, terminó con sonrisas por doquier. Más allá de México, Latinoamérica ve en Brujería la voz de quienes se sienten impotentes ante la amenaza de los poderosos con delirios de grandeza. Si bien la preocupación está en la posibilidad de que un sujeto como Donald Trump se haga del control del destino de la nación más grande del mundo, el sentido de denuncia y protesta sin filtro en que radica el discurso de esta banda originaria de Los Ángeles, California, se ha hecho sentir por sí mismo durante más de dos décadas. Ante el peligro latente de caer bajo el yugo imperialista y racista del 'Gigante' del Norte, no queda otra opción que aplicar la Ley del Plomo, como ocurrió la noche del 17 de mayo en un repleto Club Kmasu. La vía diplomática es inútil en una situación que solo puede ser solucionada por una bala. Ante una inminente elección del polémico multimillonario, una bala en la cabeza parece ser la bienvenida solución. 

Escrito por: Claudio Miranda
Fotos por: Nicolas Soto



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