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#LiveReview - Eyehategod en Chile: Los chicos buenos no tocan Rock n' Roll


 Técnicamente, podríamos hablar de un debut inédito en suelo nacional, el cual tuvo que esperar tres décadas y, hasta su anuncio en mayo, no era más que una fantasía en la mente de los fans. Pero para una generación que se formó con los principios del Rock pesado en su sentido más literal, la primera vez de Eyehategod había que vivirla a la altura de su historia: un ritual de purificación donde el caos, la muerte y la miseria humana adquirieron forma concreta en base a una banda sonora que deja poco y nada a cualquier señal de luz y esperanza que se insinúe. Nada de raro considerando que, durante más de tres décadas en la carretera, Jimmy Bower y Mike Williams constituyen una dupla de temer en lo que respecta a la identidad del coloso de New Orleans y su rótulo de 'referente' de una propuesta que entabla puntos de encuentro para el Metal, el Hardcore punk, el Doom y similares colores en un lienzo de lodo y sangre por litros, con el ADN de Black Sabbath impregnado en la médula ósea.

  Pasadas las 21 horas, y con el Espacio San Diego registrando una considerable asistencia, los chilenos de Sangría se encargaron de inaugurar el 'sabbath' con su propuesta arraigada en el Doom con matices Death Metal de vieja escuela, esparciendo la vibra desoladora con que el paisaje florido se transforma en un campo de muerte y horror."Cegados", "Origen", "Esclavos de la Ira", "Catarsis" y "Culto al Odio" fueron algunas de las muestras del peso abrumador con que el trío se impone en su propio terreno, donde el espesor de los riffs barre con todo signo de jovialidad. Por supuesto, la participación de Alejandro Ossandón -A Sad Bada- y en "Resistencia", y la aparición de Miguel "Comegato" Montenegro -Yajaira, Electrozombies- como vocal en "Osamenta" -original del supercombo de culto Bicéfalo- marcaron puntos altísimos en la presentación para los seguidores del undeground local en su forma más pura. Más que un anticipo para el plato de fondo, lo de Sangría es un espectáculo de muerte que se basta de su propia sonoridad para sembrar la mortandad sobre una humanidad decadente cuyo destino ya está sellado.


   Fiel a su naturaleza indomable y con la consigna "Do It Yourself" puesta en práctica en todas sus líneas, Eyehategod no solo protagonizaba su primer ritual en un escenario local, sino también puso los ingredientes necesarios para dar cuenta de una integridad artística a prueba de cualquier elemento externo. Bien de aquello lo sabe Mike Williams, un tipo cuya estampa de borracho decadente y psicótico le da a su presencia un nivel de peligrosidad que recupera la esencia del Rock pesado en su origen, como tiene que ser. Lo mismo va para el fundador Jimmy Bower, responsable de la crudeza sónica con que los de NOLA le prenden fuego al recinto, mientras el bajista Gary Mader y el baterista Aaron Hill completan el cuadro como generadores del groove con que el cuarteto deambula entre la violencia asesina del Hardcore y la tribalidad fúnebre del Doom.


 Desde el inicio devastador con "Agitation! Propaganda!", queda remarcado el porqué EHG es considerado sinónimo de peligro. Una borrachera infernal que genera el mosh de inmediato, con Mike Williams refregándote en la cara cómo tiene que ser y sonar el Rock. Llámenle "sludge", "doom", "Hardcore" o lo que sea, pero una vez en marcha la máquina de odio y destrucción, no hay nada que se pueda hacer por revertir el cataclismo. Ni ese fan que se sube al escenario ni la multitud que abraza a un alborozado Williams que no duda en responder con 'puteadas' y arrojando agua a los presentes rendidos ante tamaña muestra de mala leche y descontrol al más puro estilo sureño.


  Uno a uno, y apenas con una que otra tregua para el respiro necesario, desfilaron "Jackass In The Will Of God", "Parish Motel Sickness", "Blank", "Lack Of Almost Everything", "Medicine Noose", por nombrar parte de una estampida que no dejó títere con cabeza. Nada forzado ni premeditado, simplemente una descarga de energía abrumadora, con la cual no hubo oportunidad para preguntarse qué estaba pasando en ese momento. Y es que el éxito cosechado por el cuarteto como acto en vivo de primer nivel se resume en cómo te diriges al público y proyectas todas aquella vibra de rock sucio y ácido hasta el tuétano. Eso es Eyehategod en todo su esplendor: una agrupación compuesta por cuatro veteranos que rompen con todos los patrones del underground se dedican a pasarla bien sobre el escenario y no tienen empacho en demostrarse cariño entre ellos cual niños traviesos. Honestidad y diversión por toneladas.


 "Revelation/Revolution", "Take As Needed For Pain", "$30 Bag", el single "New Orleans Is The New Vietnam" y "Sisterfucker Pt1 & Pt2", ya bien entrado en el set, denotaron las virtudes con que el coloso de NOLA expande su sonido primitivo manteniendo la coherencia de su consagrada propuesta., al mismo tiempo que permiten apreciar el funcionamiento de las individualidades en favor de un objetivo en común: la destrucción total. Ver a tipos como Mike Williams prácticamente "enfrentando" a sus fans y lidiando con algunos que no dudaron en subirse al escenario más de una vez, conforma una clase magistral de actitud cuando se trata de encarnar el peligro y la calle en base a una voz con olor a aguardiente barato y una personalidad propia de alguien que no discrimina al momento de proyectar su agresividad. 

  En el caso de Jimmy Bower -cuánta versatilidad con su icónica guitarra de cuatro cuerdas, las necesarias para su labor-, un tipo que no se molesta en tocar mientras fuma su cigarro cómodamente, hay historia y sabiduría que, luego de tres décadas, se mantienen frescas y vigentes cuando se trata de ejercer la labor como responsable del sonido aplastante con que el cuarteto arrasa con todo a su paso, independiente de la velocidad. Lo mismo para Gary Mader, un bajista sólido y dueño de un ataque mortífero que aporta al espectáculo, y un Aaron Hill que le pega a la batería como animal, aunque sin sacrificar la sutileza con que contribuye a la niebla de lodo con que Eyehategod se revuelva en su propio charco.

  Culminando poco más de 90' minutos de música pesada y retorcida, llega el final con "Peace Thru War (Thru Peace and War)", "Methamphetamine" y "Serving Time In The Middle Of Nowhere", rematando un debut furioso y rutilante en nuestro país. Salvo el momento en que Mike Williams recibe y muestra la bandera que le regala un fan, no hubo lugar para muestras de sentimentalismo barato. Solo Rock n' Roll sucio en un recinto repleto hasta el sudor, con olor a whiskey barato y ganas de agarrar a patadas todo lo que se interponga en el camino. 


 Tal como resume la máxima promulgada por Page Hamilton de Helmet a comienzos de los '90, Eyehategod encarna en vivo todo lo que es y debe ser el Rock pesado en el sentido literal de la frase. Peligro, vicio, descontrol, lujuria, controversia, desagrado, adicción, guitarras espesas y afinadas en las profundidades del averno... Tres décadas de todo aquello resumidas en un ritual no apto para "chicos buenos", como reza "Nice Boys (Don't Play Rock n' Roll)" de los míticos australianos Rose Tattoo. Como debe ser.



Fotos: Diego Pino
Escrito por: Claudio Miranda

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1 Comentarios

  1. Increíble, gran concierto!! Un sonido y puesta en escena de lujo, nada que decir. Agradecido.

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