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#Especial: Spreading The Disease - Anthrax: Infeccioso y Letal


Preparando la previa de Santiago Gets Louder, hoy hablamos de "Spreading The Disease", sumérgete en la historia en este completo especial:

Para empezar, debo admitir que 'analizar técnicamente' un álbum clásico de Anthrax me es casi imposible como hacerlo con alguno de AC/DC o Kiss. Si bien llegué a ellos en los '90 a través de placas como los notables y potentes "Stomp 442" y "Volume 8 - The Threat Is Real" (ambos con John Bush en las voces), el descubrimiento de placas como "Among The Living" o el álbum del que hablaremos ahora me partió el cráneo. Una infidencia que a muchos quizás no les importe, pero aquí va: deberá sonar extraño que, durante mis años de quinceañero, casi nunca haya sido de participar en fiestas e interminables carretes, propios de una etapa en la que se suele experimentar ciertas cosas que alguna vez nos fueron prohibidas. Por lo mismo sonará raro para muchos que me declare fan de una banda que, históricamente, ha sido asociada con el mosh en alguna tocata o el carrete desenfrenado del fin de semana. Raro para quienes no entienden que Anthrax, tanto en su era clásica como en los '90, era una banda cuyo humor negro resultó, en mi caso al menos, una vía de escape cuando lo único que quieres es agarrar todo a patadas y mandarlo todo al carajo.

   Ahora, el álbum del que hablaremos, a tres décadas de su lanzamiento, más allá de la visión particular de quien escribe, ¿qué tan fundamental fue, es y será dentro del Metal en estos 30 años? Es cierto, "Spreading The Disease" marcó el debut en las voces de Joey Belladonna, un tipo cuyo registro, según él, denotaba la innegable influencia de referentes como el mítico Ronnie James Dio y otras voces menos involucradas en el desarrollo del Hard Rock/Heavy Metal pero con una calidad vocal impresionante como lo fue Steve Perry, la emblemática voz de un favorito de Joey, Journey. Pero no podemos quedarnos en eso. Es necesario mirar hacia atrás para entender el impacto de un trabajo que, hasta hoy, sigue reventando tímpanos y ganando adeptos a pesar de los años... y, por supuesto, los cambios de formación.

   Fundada en 1981, Anthrax, una joven agrupación originaria de Queens (Nueva York), nació producto de la amistad entre unos adolescentes Scott Ian y Dan Lilker quienes, luego de una serie de cambios en la alineación, lideran en 1984 una formación en la que destacan también el baterista Charlie Benante, el guitarrista Dan Spitz (hermano menor de Dave Spitz, bajista de Black Sabbath en esos años) y el cantante Neil Turbin. Esta alineación será la que edita en el '84 el LP debut "Fistful Of Metal", un trabajo crudo, una producción precaria en cuanto a sonido, pero que da cuenta del trabajo compositivo, influido notoriamente por referentes de la talla de Iron Maiden, Judas Priest y Motörhead, influencias decisivas en el naciente movimiento liderado por otras jóvenes bandas como Metallica (con quienes Anthrax forjará una duradera amistad) y Slayer. De aquella placa destaca, por ejemplo, la directa 'Metal Thrashing Mad', corte que serviría de referencia a revistas como Kerrang para acuñar el término 'Thrash Metal', en relación a aquel estilo que pasaría de ser un fenómeno a una revolución cuya velocidad y fuerza no conocerá límite alguno.


Sin embargo, luego de la salida del álbum al mercado, una serie de sucesos remueven la interna en el quinteto. Neil Turbin, de personalidad conflictiva, despide a Dan Lilker sin el consentimiento previo de Ian, por lo que, en reemplazo del saliente bajista, asume el puesto Frank Bello (sobrino y roadie de Lilker). A eso hay que agregar el pobre registro vocal de Turbin, por lo que su partida es inminente. A pesar de del aporte por parte del controvertido cantante como letrista en "Fistful Of Metal",  la química creativa entre Scott Ian y Charlie Benante (el primero escribía las letras, mientras el baterista se encargaba de la música) daría sus frutos y conformaría la base de las composiciones de la próxima placa. Mientras tanto, y luego de algunos shows como cuarteto bajo el nombre de The Diseased (con Ian en la voz y tocando covers Hardcore-Punk), el puesto de frontman y cantante ya está asegurado. El elegido sería un cantante italoamericano llamado Joseph Bellardini, conocido por el nombre artístico que lo transformará en leyenda: Joey Belladonna. Descendiente de nativos americanos (por parte de su madre) e inmigrantes italianos, aquel cantante fan de Led Zeppelin, Rush y Journey poseía un registro que denotaba  notablemente la influencia de nombres pesados como Ronnie James Dio, Rob Halford, Bruce Dickinson, Robert Plant, entre otros. Así es como el nuevo integrante pasará a conformar una alineación destinada a marcar una época sumándose a la revolución liderada por Metallica.


 De esta manera, luego de intensas y productivas sesiones de grabación en los estudios Pyramid Sound de Nueva York, "Spreading The Disease" ve la luz el 30 de Octubre de 1985. La producción cuenta con la participación de Carl Canedy (ex-baterista de Manowar, a quienes Anthrax teloneaban en sus inicios) y Jon Zazula (dueño de una tienda de discos, fundador de Megaforce Records y manager de Metallica, Testament, Overkill y Ministry, entre otros), repitiéndose el equipo participante en el anterior "Fistful Of Metal". Sin embargo, en "Spreading The Desease" se puede notar un mayor manejo creativo por parte del quinteto, en el que la crudeza de antaño encuentra su complemento en el desempeño vocal de Belladonna, definiendo así el sonido de los neoyorkinos, quienes, a diferencia de sus colegas californianos como Metallica, Slayer y Exodus, no necesitaban parecer tan agresivos ni malvados. La voz melódica de Joey Belladonna marca un antecedente dentro del un género caracterizado, hasta entonces, por su extrema crudeza. El trabajo en las seis cuerdas por parte de la dupla Ian-Spitz conforma un muro impenetrable, con el 'pequeño' Dan despachándose solos infecciosos. La sociedad rítmica, a cargo de Benante y Bello, aportarían en esta placa con aquel groove que, por muchos años, incitará al 'baile' en círculos por parte de sus leales y desenfrenados fans.


  El álbum comienza con 'A.I.R.' un corte cuyo efecto destructor se hace sentir desde el comienzo. Una intro aplastante que da paso a una sección rápida y 'vacilona', con Belladonna destacando en cada quiebre. Una serie de pasajes instrumentales que nos da la razón a quienes (como mencioné al principio) vemos a Anthrax como una banda que anima la fiesta.  Si no lo creen, solo lean la letra, la cual refleja la libertad propia quienes, cuando jóvenes, descubrimos en el Metal el sentido de la juventud indeleble. Declaración de Principios para quienes sabemos que esto va más allá de un "gusto musical" o una etapa. Y si hablamos de contenido lírico, 'Lone Justice'  es un claro ejemplo de la visión que tenían estos chicos respecto al entorno en el que se desenvolvían, aunque la afición a los comics por parte de Scott Ian sería también determinante. "No name, like a shadow on a moonless night..".. . Se me viene a la mente un personaje como Batman, el justiciero enmascarado que combate el crimen durante la noche en Gotham City. Musicalmente, el bajo de Frank Bello es el encargado de dictar la pauta desde el principio. Primero el bajo solo, luego la batería y, por último, las guitarras hasta estallar en un quiebrelectrizante, dando paso al apasionado y agudo registro vocal de Belladonna. Personalmente, un favorito que me remonta a mi niñez-preadolescencia de manera inmediata. Incluso, antes de la aparición de himnos como 'Caught In A Mosh', un corte como 'Lone Justice' definía a la perfección la esencia venenosa y agresiva de Anthrax.

   El track 3 del álbum comienza con un el sonido de fondo de una habitación. La voz amable de una enfermera ("It's time for your medication, Mr. Brown...") y, en respuesta, una risa tan desquiciada como el riff a cargo de Scott Ian complementado por el esquizoide solo a cargo de Dan Spitz, dando comienzo a 'Madhouse', el primer gran hit de los neoyorkinos. Un corte pegajoso y bailable, que invita a mover el cuerpo de manera automática, por lo que, desde su aparición, permanecerá presente en todos los sets en vivo a futuro (si, incluso con el nombrado John Bush). Un coro imposible de olvidar y una letra que hace notar la irreverencia única por parte de una banda cuyo discurso social y cultural siempre abarcó la realidad repelente de la que muchos (jovenes y adultos) queremos escapar por un instante. ¿Y si aquellos que nos tildan de locos son los que realmente están enfermos de la cabeza? Humor con alguna evidencia de verdad entre líneas. La cara A del cassette/vinilo concluye con dos cortes notables, quizás los menos conocidos del album, pero cuya calidad y poder no puede desmerecerse. Hablamos de 'S.C.C./Stand Or Fall' y 'The Enemy'. La primera comienza con una introducción instrumental al estilo del Medio Oriente que, mediante una suerte de "masturbación guitarrística" por parte de un hiperquinético Dan Spitz, dan paso a un corte con el acelerador a full. La batería de Charlie Benante, una máquina imparable que no necesita frenos. Un coro para gritar con puño en alto, que te deja la cosas claras: resitir o morir, no hay otra opción para los débiles. Mientras,  'The Enemy' (el comienzo, 'reutilizado' posteriormente para lo que sería un futuro himno como 'Indians') baja las revoluciones pero demuestra una densidad que genera una sensación de oscuridad. Una sensación de inminente peligro que nos persigue, ante el cual es imposible esconderse. Momento memorable aquel corte llegando a los cuatro minutos el 'falso final' con mediante una cortina conformada por las guitarras y el grito letal de Belladonna, dando paso a una sección acelerada, de manera vertiginosa y con toda la adrenalina fluyendo, en caída libre. Cierre de muerte para la primera parte de una placa que desata una energía inagotable.


   El lado B inicia con un solo de batería que pone en evidencia la calidad técnica y contundencia del gran Charlie Benante, dando paso a 'Aftershock', cuyo nombre por sí solo puede dar una clara idea de lo que se viene. Una estructura similar a 'S.C.C./Stand Or Fall', igual de rápida y mortífera, aunque mucho más punzante y menos 'amable'. Y luego de esta muestra de Speed-Thrash a la vena, llega el momento de deleitarnos con un corte que taparía la boca a muchos que sostenían que Anthrax era una banda que solo componía 'canciones vacilonas'. Si bien "Spreading The Disease" es una clara muestra de la versatilidad de un cuarteto cuya personalidad desenfadada era directamente proporcional al patrón 'bailable' que rigen normalmente sus composiciones (incluso en la época con Bush podemos encontrar algunos rasgos, aunque en menor cantidad), sería en 'Armed And Dangerous' el corte que graficaría aquella versatilidad fielmente. Una intro acústica en plan balada (emulando lo realizado por Metallica en 'Fade To Black') que, de pronto, adquiere una tonalidad más pesada, mucho más dramática, con un Joey Belladonna dejando hasta el alma en el estudio, jugándose la vida mediante un registro que lo sitúa como uno de los mejores cantantes de Metal durante los '80, codeándose de igual a igual con los Dickinson, Halford, Dio y Tate. Justo a los dos minutos, luego de aquel comienzo baladístico, se desata toda la metralla, mutando en un corte cuya intensidad y velocidad desatan la hecatombe. Quizás el único reparo que se le podría hacer a este corte al menos es el uso algo excesivo de falsetes por parte de Belladonna, pero sería injusto quedarse en esos detalles ante semejante descarga de poder y clase por parte del quinteto liderado por Scott Ian, cuyos riffs de su autoría podrían resucitar un cementerio completo, aunque aquello nos ería posible sin el aporte vital del dúo Bello-Benante, ambos conformando una dupla rítmica de miedo. Dato curioso: 'Armed And Dangerous' fue escrita y compuesta por Neil Turbin y Dan Lilker, junto a Scott Ian. Incluso fue grabada originalmente en el EP titulado como la misma canción, editado unos meses antes de "Spreading The Disease".


Luego de aquella balacera, otra vez bajamos un poco la velocidad con otro himno: el clásico 'Medusa', cuyo riff principal sigue la tónica infecciosa del album, aunque adquiriendo un tono más Heavy que Thrash, con la notoria influencia de los trabajos editados por Judas Priest durante la primera mitad de los '80. Quienes han leído la letra sabrán que el término que le da título al corte es otro claro ejemplo del humor negro del que hacen gala los neoyorkinos (la letra, por cierto, fue escrita por Jon Zazula), incluso si se trata de recordarnos a alguna mala experiencia con alguna mujer sin escrúpulos que se haya atrevido a jugar con los sentimientos ajenos ("Destroyer of life, demon. Ready to strike, gorgon!!!). Y el gran final llega con la agresiva y frenética 'Gung Ho', un corte que, originalmente, fue compuesto para "Fistful Of Metal". Una canción que expele pura 'mala leche', al punto de quebrarte los huesos y dejarte en la UCI. Un breve interludio previo al final nos recuerda, reitero, el negro sentido del humor propio de un quinteto que no tuvo dramas en darle a la agresividad de un género como el Thrash una dosis necesaria de desenfado. Y viceversa. Final desquiciado y, a la vez, glorioso.

    El impacto de "Spreading The Disease" dio sus frutos, aunque con alguna que otra dificultad en el camino. Para la gira promocional fueron elegidos como teloneros de Black Sabbath, pero, luego de cuatro fechas, la gira fue cancelada debido a los problemas vocales que sufría el cantante Glenn Hughes (ex-bajista/cantante de Deep Purple en sus años dorados). Poco después, a principios de 1986, Anthrax se embarca en una gira europea, teloneados por Overkill y Agent Steel (casi nada!), con una parada en las cercanías de Chernobyl, Ucrania (poco después del desastre nuclear que afectó a los habitantes de aquella localidad). Y a mediados de ese año, nuevamente habría gira europea, esta vez compartiendo escenario con Metallica. Aquella gira traerá consigo la tragedia: el bajista Cliff Burton perdería la vida instantáneamente en un accidente de tránsito.


 Luego de aquel notable trabajo en estudio, Anthrax se consagró a nivel masivo con notables placas como el definitivo "Among The Living" en 1987 (para muchos, el mejor trabajo realizado por el quinteto), el agresivo pero menos certero "State Of Euphoria" (1988), y el consistente y más serio "Persistence Of Time" (1990), el trabajo con el que el combo se pone al corriente respecto a lo que deparará la nueva década, aquella que verá partir, por diferencias musicales, a su carismático vocalista, quien, luego de un breve regreso a mediados de la década del 2000, sellará su retorno el año 2010 para el Sonisphere Festival en Sofia (Bulgaria), donde formarían parte de una histórica reunión junto con sus colegas de generación: Metallica, Slayer y Megadeth. Regreso que se coronaría al año siguiente con el aclamado álbum "Worship Music".


    Más allá de todo lo que conllevó el éxito mediático, "Spreading The Disease" es un testimonio contundente de una banda que no necesitó recurrir a letras blasfemas ni proyectar una imagen exacerbadamente agresiva para imponer su sello, el cual se forjó a base de humor negro y actitud, sin desmerecer, por supuesto, la calidad técnica y creativa de un combo que siempre aspiró a más sin importar los prejuicios. Han pasado tres décadas y la infección se sigue esparciendo entre sus fans, tanto jóvenes como los de toda la vida. Una infección letal, a prueba de cualquier antídoto, de aquellas que siembra la mortandad en proporciones gigantescas. La Peste Negra moderna tiene su propia banda sonora.


Te recordamos que Anthrax será parte del demoledor cartel de Santiago Gets Louder 2019 junto a Slayer, Kreator y Pentagram. En su cuarta edición, Santigo Gets Louder congregará a 26 mil personas el próximo 6 de octubre en el Estadio Bicentenario. Sólo quedan disponibles 800 tickets en Cancha. Entradas a la venta en www.ticketplus.cl



Slayer se presentará junto a Anthrax el 08 de Octubre en el Sporting de Viña Del Mar, entradas a la venta en www.puntoticket.com



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